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Abandono y basura en antigua escuela de Villa de Fuente

En la antigua escuela primaria Venustiano Carranza se tiene la problemática con la acumulación de basura.

Abandono y basura en antigua escuela de Villa de Fuente: En la antigua escuela primaria Venustiano Carranza se tiene la problemática con la acumulación de basura.
José Gaytán
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En el corazón de la colonia Villa de Fuente, el abandono de lo que alguna vez fue un centro educativo representa hoy una herida abierta en el tejido social. La antigua escuela primaria Venustiano Carranza, que durante años fue un espacio de formación para cientos de niños, se ha convertido ahora en un sitio plagado de basura, escombros y desechos, simbolizando la indiferencia que lentamente carcome a muchas comunidades.

El problema no es menor. La acumulación de basura en la entrada y alrededores del antiguo plantel se ha intensificado con el paso del tiempo, hasta el punto en que el espacio ya no solo representa una molestia visual o una pérdida de valor simbólico, sino un verdadero foco de infección. En este sitio pueden encontrarse desde ramas secas y restos de árboles, hasta bolsas plásticas, muebles rotos, ropa vieja, animales muertos y todo tipo de objetos domésticos que terminan allí como si se tratara de un basurero improvisado.

El abandono de esta escuela ha dejado un vacío, no solo físico, sino comunitario. Lo que antes fue un centro de reunión, un lugar de esperanza y crecimiento, ahora es sinónimo de deterioro. Este tipo de escenarios son cada vez más comunes en las zonas urbanas donde el abandono institucional y la desatención social se normalizan. La descomposición de un espacio público trae consigo no solo consecuencias sanitarias, sino también una afectación directa al entorno emocional y psicológico de quienes viven alrededor.

La basura acumulada no permanece estática. La descomposición de los desechos orgánicos, la humedad acumulada y el calor de la temporada crean un entorno ideal para la reproducción de insectos y otros animales vectores de enfermedades. No es difícil imaginar la proliferación de moscas, cucarachas, ratas e incluso serpientes, todos atraídos por el desorden y la falta de higiene. Esta situación representa un peligro latente para la salud pública, especialmente para niños, adultos mayores y personas con condiciones médicas preexistentes.

Además, hay un impacto indirecto que muchas veces pasa desapercibido: la transformación del espacio en un sitio propenso a actividades ilícitas. El abandono de edificios, sobre todo aquellos que no son vigilados o no tienen cercado adecuado, se convierte en terreno fértil para el vandalismo, el consumo de drogas o incluso la comisión de delitos. Así, el descuido físico se convierte en una amenaza también en términos de seguridad comunitaria.

La problemática no termina ahí. El deterioro ambiental causado por la acumulación de basura impacta directamente en los suelos, en la vegetación cercana y en la calidad del aire. Los materiales no biodegradables, como el plástico y la ropa sintética, pueden tardar décadas en descomponerse, y durante ese proceso liberan sustancias tóxicas que contaminan el terreno y afectan la flora y fauna del entorno. La quema de basura, que en ocasiones se realiza de manera clandestina para "limpiar" el área, genera emisiones contaminantes que comprometen aún más la calidad del aire que respiran los vecinos.

Pero tal vez el aspecto más alarmante de esta situación no es solo la basura o el abandono en sí, sino la normalización del deterioro. La comunidad, sin alternativas reales para intervenir, se ve obligada a convivir con el problema, muchas veces resignándose a que ese tipo de escenarios son “parte de la vida en el barrio”. Esta resignación colectiva es peligrosa, pues reduce la capacidad de indignación y elimina el impulso hacia la acción ciudadana. Cuando un espacio público deja de ser útil o seguro, la comunidad que lo rodea se debilita.

Es aquí donde se evidencia una crisis estructural más profunda. El abandono de un edificio escolar no debería significar el abandono del espacio físico o de la comunidad que lo rodea. Lo que se percibe en la colonia Villa de Fuente es el resultado de años de desinterés, de falta de planificación urbana, de carencia de políticas sostenidas de conservación y de una visión corta de lo público. Se permite que espacios útiles se conviertan en terrenos baldíos de miseria, porque no se les da el valor que merecen, y porque pareciera que los problemas de ciertas colonias no ameritan atención urgente.

Además, esta situación refleja la inequidad en el tratamiento de los espacios urbanos. Mientras que en zonas céntricas o de mayor plusvalía la limpieza, el orden y la estética son cuidados con esmero, en sectores populares el abandono es casi sistemático. Esto no solo genera disparidades en calidad de vida, sino una fractura profunda en el sentido de pertenencia y orgullo barrial.

Resulta imprescindible replantearse el papel que deben jugar los espacios públicos —especialmente aquellos que antes cumplieron una función social tan importante como una escuela— en el desarrollo de las comunidades. No basta con cerrar un plantel y dejarlo a su suerte. Hace falta una política clara de reutilización o reconversión de infraestructura en desuso, acompañada de estrategias de participación comunitaria que devuelvan vida y utilidad a estos espacios.

El caso de la antigua primaria Venustiano Carranza es solo uno entre muchos. Pero mientras se permita que sitios como este caigan en el olvido, la ciudad seguirá perdiendo pedazos de su dignidad, y los ciudadanos seguirán respirando el abandono en cada esquina llena de basura.

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