Antidepresivos: la forma correcta de dejarlos para proteger tu bienestar

Suspender un tratamiento con antidepresivos de forma segura y efectiva requiere una disminución gradual y controlada de la dosis, acompañada de apoyo psicológico. Esta es la principal conclusión del metaanálisis más amplio realizado hasta ahora sobre el tema, publicado en la revista The Lancet Psychiatry.

El análisis señala que esta estrategia combinada reduce el riesgo de recaídas en depresión o ansiedad a niveles similares a los de quienes continúan con la medicación, lo que representa una orientación clave para millones de personas que utilizan antidepresivos en todo el mundo.

El estudio, encabezado por Giovanni Ostuzzi, de la Universidad de Verona, revisó 76 ensayos clínicos con la participación de más de 17 mil personas. Los resultados muestran que una retirada progresiva, prolongada por más de cuatro semanas y acompañada de intervención psicológica, disminuye de manera significativa la probabilidad de recaídas durante el año posterior a la suspensión del fármaco.

En contraste, dejar el medicamento de manera abrupta o reducir la dosis de forma acelerada —en cuatro semanas o menos— se asocia con un riesgo considerablemente mayor de que reaparezcan los síntomas depresivos o de ansiedad.

Riesgos de suspender bruscamente y ventajas de reducir gradualmente

Especialistas en salud mental advierten que interrumpir un antidepresivo de golpe puede provocar síntomas de abstinencia, como mareos, cansancio persistente y sensaciones eléctricas en la cabeza, conocidas como “brain zaps”.

Se calcula que una de cada seis personas presenta efectos adversos durante la retirada del tratamiento, y en algunos casos estos son tan intensos que interfieren con la vida cotidiana. La reducción progresiva de la dosis permite que el organismo se adapte poco a poco a la ausencia del medicamento, disminuyendo la intensidad de estos síntomas.

Jonathan Henssler, del hospital Charité de Berlín, destacó en un comentario asociado al metaanálisis que el acompañamiento psicológico o la psicoterapia complementaria resultó más eficaz que cualquier estrategia farmacológica utilizada para la retirada.

Por otro lado, el uso prolongado de antidepresivos tampoco está libre de efectos secundarios. Entre los más comunes se encuentran la disfunción sexual, la disminución de la expresión emocional, el aumento de peso, alteraciones en la presión arterial o en los niveles de colesterol y, en algunos casos, un mayor riesgo de problemas cardiovasculares.

Aun así, los especialistas subrayan que, para personas con depresión o ansiedad diagnosticadas, los beneficios del tratamiento farmacológico suelen superar claramente los riesgos.

Acompañamiento profesional y retos actuales

Las guías clínicas recomiendan mantener el tratamiento antidepresivo entre cuatro y nueve meses después de la desaparición de los síntomas, periodo conocido como fase de consolidación, cuyo objetivo es reforzar la recuperación y evitar recaídas.

No existe un tiempo máximo universal para todos los pacientes. La decisión de suspender la medicación debe ser personalizada y tomada en conjunto con un profesional de la salud mental, considerando factores como la duración y gravedad del trastorno, el número de episodios previos y la respuesta individual al tratamiento.

El doctor Jonathan E. Alpert, jefe de psiquiatría en Montefiore Einstein, ha señalado que las personas con antecedentes de episodios prolongados o severos suelen requerir tratamientos más largos, y advierte que suspender la medicación de forma prematura incrementa el riesgo de recaída.

El metaanálisis refuerza que la combinación de una reducción gradual y el apoyo psicológico no solo es más segura que la interrupción brusca, sino que también mejora la tolerancia general al proceso. El acompañamiento profesional permite detectar de manera temprana señales de recaída y fortalece las herramientas del paciente para manejar sus síntomas emocionales.

Sin embargo, uno de los principales desafíos sigue siendo el acceso limitado a este apoyo psicológico. En países como España, muchos pacientes del sistema público enfrentan largas listas de espera y terminan recurriendo a servicios privados.

Gerard Anmella, del Hospital Clínic de Barcelona, ha señalado que ofrecer apoyo psicológico breve de forma sistemática durante la retirada del tratamiento representa un reto debido a limitaciones económicas y de personal, una situación que se repite en muchos otros países.

El uso de antidepresivos está ampliamente extendido a nivel mundial: alrededor del 11% de los adultos en Estados Unidos los consume, con cifras similares en Europa. Cerca del 40% los utiliza durante cinco años o más, y un 22% de manera indefinida.

Los estudios incluidos en el metaanálisis analizaron a participantes con una edad media de 45 años, en su mayoría mujeres (67.5%) y de origen caucásico (88%), con diagnósticos de trastorno depresivo mayor y un seguimiento promedio de 46 semanas. También se incluyeron casos de ansiedad, lo que amplía la relevancia de los resultados.

Las guías internacionales coinciden en que tanto la duración del tratamiento como la forma de suspenderlo deben adaptarse a las características de cada paciente. La conclusión es contundente: la reducción progresiva, acompañada de apoyo psicológico, es el método más seguro y eficaz para dejar los antidepresivos.

Este proceso debe basarse en una evaluación clínica cuidadosa y en la disponibilidad de acompañamiento profesional. La evidencia actual respalda la necesidad de desarrollar estrategias de desprescripción más estructuradas y accesibles.

Para quienes están considerando suspender su tratamiento, el mensaje es claro: no debe hacerse con prisa ni en solitario. La disminución gradual y el apoyo psicológico son fundamentales para proteger la salud mental durante esta transición.

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