Ciudadanos exponen deficiencias de las colonias en trasmisión en vivo
Uno de los comentarios indica la falta de agua en el ejido El Moral, otro de las condiciones de las calles en el Mundo Nuevo.

En un entorno donde las herramientas digitales permiten una interacción directa entre ciudadanía y gobierno, los espacios de participación pública como las transmisiones en vivo se han convertido en la válvula de escape de una sociedad que no encuentra otro canal para ser escuchada. Tal es el caso de Piedras Negras, donde cada vez es más común que los habitantes utilicen estos foros virtuales para exhibir el abandono y deterioro que sufren sus colonias, dejando al descubierto una problemática estructural que ha sido ignorada por años.
Durante una reciente transmisión matutina encabezada por el alcalde municipal, los comentarios no se centraron en aplausos ni reconocimientos, sino en una larga lista de deficiencias que evidencian el rezago de servicios públicos en distintos sectores de la ciudad. Calles intransitables, falta de agua potable, ausencia de mantenimiento urbano, luminarias apagadas, drenajes colapsados y espacios públicos olvidados forman parte del repertorio constante que los ciudadanos denuncian a través de mensajes que, aunque breves, dicen mucho sobre la realidad que viven día con día.
Lo que debería ser un espacio institucional para rendir cuentas y compartir avances, se transforma en un escaparate de reclamos que no han encontrado respuesta por las vías tradicionales. Las quejas que brotan en estos espacios no son nuevas, pero sí muestran un patrón de abandono y desgaste del entorno urbano que se repite colonia tras colonia. Y no se trata solo de una cuestión estética; detrás de cada bache, cada fuga de agua, cada luminaria fundida, hay un reflejo de negligencia sistemática que deteriora la calidad de vida de miles de familias.
Es preocupante que en pleno 2025, colonias completas sigan enfrentando problemas tan elementales como la escasez de agua. La falta de este recurso no solo representa una falla técnica o una molestia temporal: compromete la higiene, la salud y la dignidad de las personas. Si a esto se le suma el mal estado de las vialidades, el cuadro se agrava, pues se obstaculiza la movilidad, se generan riesgos de accidentes y se profundiza la sensación de vivir en espacios marginados del progreso.
Piedras Negras, como muchas otras ciudades intermedias del país, enfrenta una contradicción alarmante: por un lado, se promueve como un polo de desarrollo con inversión en infraestructura, conectividad y proyectos estratégicos; pero por otro, hay sectores urbanos que parecen detenidos en el tiempo, con calles polvorientas, servicios deficientes y un entorno que no se corresponde con el discurso de modernidad.
Además, el hecho de que estas denuncias tengan que canalizarse en redes sociales o durante transmisiones públicas es indicativo de otro problema de fondo: la desconexión entre el gobierno local y la ciudadanía. No hay una ruta efectiva para que las quejas lleguen y se atiendan. El buzón de sugerencias quedó obsoleto, las oficinas se ven distantes, y la voz de la gente solo parece ser escuchada cuando irrumpe en los espacios digitales más visibles. Es ahí cuando el enojo, la desesperación y el hartazgo toman forma de comentarios directos, sin filtro, sin protocolo, con la crudeza que da la necesidad.
La ciudad se encuentra ante un dilema urgente: seguir acumulando promesas sin resolver lo básico, o asumir de una vez por todas que el desarrollo urbano no puede construirse sobre cimientos de abandono. La participación ciudadana en estos espacios debería ser vista como una alerta roja, una llamada de atención para replantear prioridades. Porque si los ciudadanos tienen que pedir agua por Facebook Live o exponer baches en transmisiones públicas, es claro que algo no está funcionando.
No se trata de campañas de imagen ni de actos de buena voluntad. Lo que se exige es una política pública que entienda que cada colonia tiene derecho a vivir con dignidad. Que la infraestructura urbana no es un lujo, sino una necesidad básica. Que los servicios públicos no son dádivas del poder, sino obligaciones del Estado. Y que escuchar al ciudadano no significa solo dejar abierta una sección de comentarios, sino generar mecanismos reales de atención y solución.
Es momento de que la ciudad deje de dividirse entre el centro reluciente y la periferia olvidada. Las colonias que hoy denuncian sus carencias también son parte de Piedras Negras. También pagan impuestos, también aportan al desarrollo económico, también votan. Ignorarlas es no entender que el verdadero progreso solo es posible si incluye a todos.
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