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¿Comes muy rápido? Estos son los efectos negativos que puede tener en tu salud

DIETA
Redacción El Tiempo
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En la actualidad, comer con rapidez se ha vuelto una práctica habitual, pero sus consecuencias para la salud son más serias de lo que muchos creen.

Estudios científicos han evidenciado que este comportamiento puede contribuir al aumento de peso, causar molestias digestivas, generar gases en exceso y elevar de forma importante el riesgo de padecer síndrome metabólico.

Comer rápido: más calorías sin darte cuenta
Uno de los principales problemas de comer deprisa es que se tiende a consumir más alimento del necesario. Esto se debe a que el cerebro tarda alrededor de 20 minutos en percibir que ya se ha comido suficiente. Al no dar tiempo suficiente para que aparezca la sensación de saciedad, se acaba comiendo en exceso.

Además, se ha comprobado que este hábito afecta el funcionamiento de hormonas como la leptina y la grelina, responsables de regular el hambre y la saciedad, lo que puede dificultar aún más el control del peso.

Efectos inmediatos: molestias digestivas
No masticar bien impide que los alimentos lleguen adecuadamente procesados al estómago, lo que entorpece la digestión. Esto puede provocar acidez, reflujo, hinchazón abdominal y gases. Al mismo tiempo, la falta de masticación reduce el efecto de las enzimas salivales, fundamentales en la primera etapa de la digestión.

Como consecuencia, la digestión se vuelve más lenta y pesada, afectando también la correcta absorción de nutrientes esenciales.

El síndrome metabólico: un riesgo silencioso
Comer a gran velocidad también se ha vinculado con un mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico, una combinación de condiciones como obesidad abdominal, hipertensión, altos niveles de azúcar y triglicéridos, y resistencia a la insulina. Un estudio japonés encontró que las personas que comen apresuradamente tienen hasta 5.5 veces más probabilidades de sufrir este síndrome en comparación con quienes comen con calma.

Este hábito promueve alteraciones en los niveles de glucosa, favorece la acumulación de grasa en la zona abdominal y puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.

Menor disfrute y elecciones alimentarias de baja calidad
Al comer rápidamente se reduce el placer de la comida. No se saborea bien cada bocado, lo que dificulta una relación consciente con la alimentación y favorece la elección de alimentos poco saludables, con alto contenido de sal, azúcares o grasas.

Tomarse el tiempo para comer mejora la conexión con el cuerpo, fomenta decisiones nutricionales más adecuadas y favorece una relación más saludable con los alimentos.

Más gases e incomodidad abdominal
Otro efecto común de comer deprisa es la aerofagia, es decir, tragar aire en exceso al comer, lo que puede ocasionar gases, hinchazón y molestias estomacales. Además, cuando la comida no está bien triturada, llega al sistema digestivo en condiciones que favorecen la fermentación, generando aún más gases.

Para evitar esto, se recomienda reducir el consumo de bebidas gaseosas, evitar alimentos ultraprocesados y comer a un ritmo más pausado.

Consejos para comer más despacio y mejorar la salud
Adoptar algunos hábitos sencillos puede transformar la manera en que se come y mejorar el bienestar general. Algunas sugerencias útiles son:

  • Masticar cada bocado al menos 30 veces.

  • Dejar los cubiertos en la mesa entre bocados.

  • Evitar distracciones como el celular o la televisión durante las comidas.

  • Usar platos pequeños para controlar mejor las porciones.

  • Dedicar entre 20 y 30 minutos a cada comida.

Incorporar una alimentación consciente y desacelerar el ritmo de vida no solo mejora la salud física, sino que también contribuye al equilibrio mental y emocional. Comer despacio no es solo una recomendación nutricional, sino una forma efectiva de cuidar el cuerpo y la mente.

 
 
 

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