Bañar a un recién nacido puede parecer una tarea simple, pero para madres y padres primerizos suele representar uno de los retos más comunes durante las primeras semanas de vida del bebé.
Para aclarar dudas sobre este momento importante del cuidado infantil, la Dra. Norma Herrera Roque, especialista de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, ofrece una serie de recomendaciones fundamentales.
¿Cuándo dar el primer baño? La Dra. Herrera señala que el primer baño del recién nacido debe realizarse al menos 24 horas después del parto, y no de inmediato como se hacía antes. Esta espera permite que la vérnix caseosa —una sustancia blanca que recubre la piel del bebé— cumpla su función hidratante y protectora antes de absorberse naturalmente.
¿Con qué frecuencia debe bañarse al bebé? Durante los primeros meses de vida, no es necesario bañar al bebé a diario. La especialista recomienda hacerlo dos o tres veces por semana, con baños breves y delicados. Una vez que el cordón umbilical se cae —lo cual suele ocurrir en la primera o segunda semana—, se puede comenzar a usar agua tibia sin modificar la frecuencia.
En caso de usar productos como shampoo o jabón, deben ser hipoalergénicos, sin fragancias ni alcohol, y con pH neutro, para evitar irritaciones.
Preparativos antes del baño Para asegurar que el baño sea seguro y cómodo, es importante tener todo preparado con antelación:
Una bañera especial para bebés, preferiblemente con termómetro o respaldo.
Toalla suave y exclusiva para secar al bebé sin frotar.
Ropa limpia colocada cerca para vestirlo rápidamente.
Esponja húmeda exclusiva, sin exceso de agua.
La temperatura del agua debe mantenerse entre 36 y 38 °C, idealmente en 37 °C. Se recomienda llenar la tina primero con agua fría y luego agregar la caliente. El nivel del agua debe estar entre 8 y 10 cm. Además, se debe evitar que haya corrientes de aire, ya que los recién nacidos no regulan bien su temperatura corporal.
Pasos para un baño seguro El baño puede comenzar con la limpieza del rostro, evitando que el agua entre en los ojos o la boca. Luego se lava la cabeza y el cuero cabelludo, donde puede presentarse la costra láctea, la cual no debe quitarse de forma brusca.
Posteriormente, se enjuaga el resto del cuerpo, prestando especial atención a los pliegues de la piel, las ingles y, en las niñas, a la zona genital, que debe limpiarse separando suavemente los labios vaginales. En los niños, es importante limpiar bien la zona debajo de los testículos.
El baño no debe durar más de 10 minutos y se recomienda evitar cualquier distracción para mantener al bebé seguro.
Después del baño: secado, hidratación y conexión emocional Al finalizar, se debe secar al bebé con una toalla suave, sin frotar. Luego se puede aplicar una crema hidratante sin perfume ni alcohol, para cuidar su piel sin interferir con el reconocimiento olfativo entre madre e hijo.
La Dra. Herrera destaca que el baño es más que un acto de limpieza: es también una oportunidad para examinar el cuerpo del bebé, detectar posibles anomalías como irritaciones, y reforzar el vínculo emocional con los padres.
¿Puede cambiar la frecuencia del baño? Durante los primeros seis meses, se mantiene la recomendación de bañarlo dos o tres veces por semana. Conforme el bebé comienza a gatear o moverse más, la frecuencia puede aumentar a tres o cuatro veces por semana, dependiendo de su nivel de actividad y de lo que decida cada familia.
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