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Demuelen chimenea histórica que marcó un siglo en Nueva Rosita

Minería
Alberto Solís / El Tiempo
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Antiguo símbolo industrial de ASARCO está en proceso de demolición, generando nostalgia y recuerdos entre familias de la región carbonífera.

Una de las chimeneas más antiguas y representativas de la planta de ASARCO (American Smelting and Refining Company) comenzó a ser demolida esta semana, marcando un momento doloroso para una comunidad cuya identidad nació y creció alrededor de la minería del carbón. La caída de esta estructura, que por casi un siglo formó parte del paisaje urbano, significa una pérdida profunda para miles de familias que reconocen en ella un símbolo de su pasado.

Un emblema de la industrialización

La historia de estas chimeneas se remonta a la década de 1920, cuando Nueva Rosita comenzaba a consolidarse como una ciudad minera. La primera chimenea fue construida en 1924 para la planta de Luz y Fuerza, bajo la gestión del gerente John Woodford Khiffin. Esta obra marcó el inicio de un complejo industrial que transformaría la economía de la Región Carbonífera y daría forma a su desarrollo social por décadas.Con el crecimiento del sector, ASARCO levantó posteriormente otras tres chimeneas destinadas a la planta de subproductos del carbón, donde se procesaban sustancias como benceno, creosota, xilol y anilina. Estas estructuras no solo formaron parte de la infraestructura productiva, sino que se convirtieron en referentes cotidianos del trabajo que sostuvo a miles de familias.Durante gran parte del siglo XX, las chimeneas fueron parte integral del paisaje urbano. Su presencia acompañó el crecimiento de la ciudad, la llegada de nuevas empresas, los ciclos de bonanza minera y también las dificultades que enfrentó la industria del carbón.La “gran dama de negro”En 1929 apareció la chimenea más emblemática: la conocida “gran dama de negro”. Construida para expulsar los gases de la planta de zinc, esta estructura se convirtió en un símbolo de identidad para Nueva Rosita. Su altura, su color oscuro y su resistencia al paso del tiempo la hicieron fácilmente reconocible desde distintos puntos de la ciudad.Generaciones enteras crecieron viéndola como parte inseparable del horizonte. Era para muchos un recordatorio del esfuerzo y sacrificio de los trabajadores que dedicaron su vida a la actividad minera. La “gran dama de negro” también reflejaba la modernización industrial del norte del país y el papel crucial que jugó Nueva Rosita en este proceso.Por ello, su demolición representa una pérdida emocional para quienes la consideran patrimonio histórico. La caída de sus ladrillos marca el fin de una era que parecía inamovible.

El desmantelamiento de una época

La planta de ASARCO dejó de operar en 2022, dando paso a un proceso gradual de desmantelamiento que incluyó la remoción de naves industriales, columnas metálicas, hornos y estructuras que funcionaron por décadas. Las chimeneas, aunque emblemáticas, no quedaron fuera de este plan.La intervención de maquinaria pesada y los cortes de acero han transformado el antiguo complejo en un terreno en ruinas. Habitantes de Nueva Rosita han seguido el proceso con atención, conscientes de que presencian un hecho histórico pero también un capítulo doloroso para la comunidad.Aun así, el sentimiento predominante es de nostalgia. Cada fragmento que cae no solo derriba infraestructura, sino recuerdos que han permanecido vivos en la memoria colectiva.

Patrimonio industrial ignorado

El cronista e historiador Ramiro Flores Morales, integrante del Comité Mexicano para la Conservación del Patrimonio Industrial, lamentó la decisión de demoler las chimeneas y afirmó que representan un patrimonio invaluable para la región y el país.“Conservamos pocas evidencias de esta etapa industrial. Estas chimeneas son parte de la memoria de las familias mineras y de la historia del país”, expresó. Recordó también que años atrás existió la propuesta de reforzar la gran chimenea con anillos metálicos, como se hizo en Fundidora de Monterrey, para prolongar su vida estructural. Sin embargo, el proyecto no prosperó.El especialista advirtió que la pérdida es irreversible y deja a la región con menos elementos tangibles que recuerden su importancia industrial.

Un adiós que pesa

Mientras avanza la demolición, la comunidad observa con pesar cómo desaparece una parte significativa de su historia. Para muchos habitantes, estas chimeneas eran símbolos del trabajo arduo de sus abuelos y padres, así como del origen de Nueva Rosita como ciudad minera.La desaparición de estas estructuras no solo modifica el paisaje, sino que borra un capítulo fundamental en la identidad colectiva de Nueva Rosita.

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