El Trastorno del Espectro Autista (TEA), comúnmente llamado autismo, es una condición del desarrollo que aún genera muchas preguntas. Claudia Medeiros, terapeuta y directora de ACMC, brinda una orientación valiosa sobre las señales tempranas que pueden permitir a los padres detectar esta condición en sus hijos.
Reconocer estos signos a tiempo es clave para acudir a una evaluación profesional y lograr un diagnóstico precoz, lo cual resulta fundamental para el desarrollo infantil.
Indicadores de alerta
Medeiros resalta como una de las señales más frecuentes la escasa o nula mirada directa en comparación con otros niños de la misma edad. Otra señal relevante es la falta de interés en interactuar socialmente, como no mostrar lo que les gusta o no compartir sus intereses.
También es importante observar si el niño no responde cuando se le llama por su nombre o si no imita gestos de los demás, lo cual puede ser una señal indicativa del TEA.
Un comportamiento característico es cuando el niño utiliza a los adultos como medios para conseguir algo, como tomar la mano de alguien para alcanzar un objeto sin intentar comunicarse verbal o gestualmente. Además, pueden reaccionar de forma inusual ante ciertos estímulos como texturas, sonidos u objetos. Otro punto clave es identificar cualquier retroceso en habilidades previamente adquiridas, retrasos en el lenguaje o dificultades en la conducta.
Buscar información y actuar
Ante la sospecha de autismo, es vital que las familias se informen y busquen acompañamiento. Medeiros subraya la importancia de romper mitos sobre el TEA y comprender que cada niño tiene características únicas. Conocer cómo se manifiesta el autismo en su hijo permitirá a los padres ofrecer el apoyo que necesita. Tanto la terapia como el respaldo familiar son pilares fundamentales en este proceso.
Intervención temprana: la clave del progreso
Según la especialista, iniciar la intervención lo más pronto posible mejora significativamente las perspectivas de desarrollo del niño. El tratamiento no solo se enfoca en el menor, sino también en capacitar a los padres para que apliquen estrategias consistentes en casa. Esta cooperación entre familia y terapeutas es crucial para que el niño avance de manera integral.
Por último, Medeiros reconoce que el diagnóstico puede resultar emocionalmente difícil para las familias, comparándolo con un proceso de duelo que puede incluir negación, enojo o tristeza. Por eso, recomienda acudir a especialistas que puedan brindar apoyo, orientación y acceso a recursos que ayuden a los padres a enfrentar este reto con esperanza y herramientas efectivas.