El enemigo invisible que acecha a millones y la urgencia de encontrar nuevas armas

Los parásitos no son solo parte de historias antiguas o temas de biología; su amenaza sigue vigente en la actualidad, afectando a humanos y animales en todo el mundo. Ante su gran capacidad de adaptación y expansión, enfrentamos un serio problema: los tratamientos disponibles son anticuados, limitados y frecuentemente poco efectivos.
Este es un problema global, histórico y aún sin solución. Las enfermedades parasitarias afectan a miles de millones de personas en el planeta. Por ejemplo, Toxoplasma gondii infecta a un tercio de la población mundial, y la malaria, causada por Plasmodium, provocó más de 600,000 muertes solo en 2022, especialmente en África y en niños.
Además, existen las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), que impactan a más de mil millones de personas, principalmente en zonas de pobreza. De las 21 enfermedades que se consideran ETD, doce son causadas por parásitos, incluyendo la enfermedad de Chagas, la leishmaniasis y varias helmintiasis como la esquistosomiasis.
Esta amenaza silenciosa también afecta a los animales domésticos, causando pérdidas económicas importantes y riesgos para la salud humana, pues algunas infecciones pueden transmitirse entre especies. Factores como el cambio climático, la migración y la globalización están cambiando la distribución geográfica de muchos parásitos, llevándolos a áreas donde antes no existían.
Un ejemplo de esto es el Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad de Chagas, que ahora se detecta en Europa y América del Norte, principalmente por vías no vectoriales como transfusiones o transmisión de madre a hijo.
Aunque existen métodos no farmacológicos como mosquiteras o mejoras en saneamiento, estos requieren grandes inversiones y no ofrecen soluciones inmediatas. Hasta ahora, no se ha comercializado ninguna vacuna humana contra parásitos, a pesar de los avances científicos.
El tratamiento principal sigue siendo con medicamentos, pero muchos son antiguos, con problemas de eficacia o toxicidad, y los parásitos desarrollan resistencia. Además, en muchas zonas el acceso a estos medicamentos es limitado por razones económicas y logísticas.
A pesar de que la ciencia progresa, estos avances no son suficientes. El financiamiento internacional es desigual y el interés de la industria farmacéutica es limitado.
La necesidad es urgente y reconocida por organizaciones como la OMS, la FAO y varias ONGs: se requieren tratamientos antiparasitarios más seguros, efectivos, accesibles y sostenibles. Mientras este desafío continúe, millones de personas seguirán viviendo y muriendo bajo la amenaza de este enemigo invisible.
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