El fuego que se llevó la vida de doña Emma

A sus 82 años, doña Emma perdió su hogar y su historia en un incendio provocado.

A sus 82 años, doña Emma García vio consumirse en llamas el patrimonio que construyó junto a su madre durante su juventud, aquel pequeño hogar levantado con trabajo, sacrificio y pagos que reunía mes con mes mientras laboraba en casas ajenas. Hoy, solo le quedan las cenizas de una vida entera luego de que unos niños lanzaran un cuete y se incendiara su domicilio ubicado en la calle Vicente Cepeda número 2-14 de la colonia Occidental del municipio de Frontera.

Emma García Machuca había salido como cualquier día a las 11 de la mañana. Caminó hacia la casa de su hermana Matilde para comer y pasar un rato en calma. Ya en horas de la tarde no imaginó que al volver encontraría una multitud frente a su vivienda y el fuego devorando lo que durante años llamó hogar.

Testimonio

“Yo no vi nada, nomás vi el montón de gente”, recordó. Su sobrino la tomó del brazo y la apartó. El incendio ya era incontrolable. El origen: un juego que terminó en tragedia, tres niños habían estado jugando con cuetes cerca de la vivienda. Emma los había visto días antes, traviesos, sin supervisión, tronando cohetes en la calle. Aquella tarde, uno de esos artefactos cayó dentro de su casa y lo destruyó todo.

Molestia e impotencia

“Fue grande la tontería que hicieron”, dice con una mezcla de enojo y desconsuelo. “¿Por qué no educan a esos hijos?”. Los menores, asegura, viven con su abuela, mientras su padre separado y con varios hijos poco se hace responsable.

Sin hogar y sin respuestas

Lo perdió todo. Sus cosas, sus recuerdos, incluso el porche donde dormía las noches frescas. No pudo rescatar nada. Hoy permanece en casa de una hermana, pero siente que no debe ser carga para nadie. “Yo no tengo por qué andar pidiéndole a ningún hermano”, afirmó con firmeza. Ella solo exige algo justo: que los padres de los niños responsables le paguen la renta de un cuarto mientras reconstruyen su hogar.

La exigencia de justicia

Aunque la familia de los menores pidió que “no se hiciera ruido” y que no se involucrara a la presidencia, doña Emma se niega a guardar silencio. “¿Por qué voy a quedarme callada? Yo no estoy en un desierto”, reclama. Para subsistir cuenta únicamente con la pensión de la empresa Avón donde trabajó por años y el apoyo bimestral del gobierno, insuficiente para comenzar de nuevo. Por ello insiste en que la familia debe responder: “Me tienen que rentar un cuarto, porque ellos tienen la culpa de que se quemara”.

A sus más de ocho décadas, Emma no busca lujo, solo un lugar donde dormir mientras su casa, la herencia que su madre le ayudó a construir, vuelve a levantarse. Entre la tristeza y la dignidad, repite una sola petición: justicia y un espacio propio donde vivir.

Durante la estancia de periódico El Tiempo en la casa de Emma, dos padres de familia de un menor involucrado y unos vecinos llegaron para pedirles que fueran a la Fiscalía y buscaran llegar a algún acuerdo.

Las personas interesadas en colaborar con ropa, víveres o cualquier aportación para la señora Emma pueden comunicarse con su hermano Jesus Manuel García al número 866914 33 86.

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