El 'Profe más guapo' que llenó de risas la escuela

Su carisma y sonrisa convirtieron las aulas en su pequeño escenario de alegría.
El pasado martes, la comunidad educativa de Frontera, Coahuila y más allá, despidió con tristeza a Víctor Manuel Infante Ortiz, maestro de 35 años, que se hacía llamar sin pena ni modestia “el Profe más guapo de la escuela” y quien falleció a causa de dengue hemorrágico. Su apodo, repetido con cariño por alumnos y colegas, reflejaba su espíritu alegre, su cercanía y su disposición para contagiar buenas vibras más allá del pizarrón.
Para quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, Víctor no solo dictaba clases: transformaba cada lección en una experiencia amena. Con bromas, sonrisas y calidez, convertía un salón lleno de pupitres en un espacio de confianza, en donde los alumnos se sentían cómodos para aprender.
Base magisterial. Sus colegas recuerdan un compañero generoso, siempre dispuesto a apoyar, a escuchar, a hacer pasar un buen rato, ese tipo de docente que deja huella no solo en conocimientos.

Más que un apodo, una identidad compartida
“Profe más guapo” no era un título superficial: era reflexo del cariño que despertaba. Para los estudiantes, era un amigo; para los padres, un referente de respeto; para los maestros, un impulso de unidad. Ese mote jugoso, irreverente, afectuoso se volvió parte de su legado: un recordatorio de que enseñar puede ser también sembrar alegría. Historias que hoy se comparten con nostalgia y una sonrisa.
Aunque su ausencia duele, la memoria de Víctor vaga en los pasillos, se escucha en los patios, revive en las anécdotas de quienes lo conocieron. Sus alumnos evocan risas, sus colegas evocan su voz, su chispa, su bondad. Esa huella será su verdadera despedida: no un adiós, sino un “gracias por enseñarnos que ser guapo también puede ser sinónimo de buen corazón”.

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