El rezago educativo persiste: IEEA busca erradicar el analfabetismo en zonas rurales
La vergüenza o el temor a ser juzgados ha sido durante años un obstáculo más difícil que la distancia o falta de tiempo.

En pleno 2025, el analfabetismo sigue siendo una realidad latente en comunidades rurales de la región norte de Coahuila, donde cientos de personas adultas viven al margen del acceso a la educación básica. En respuesta, el Instituto Estatal de Educación para los Adultos (IEEA) ha intensificado su presencia en los ejidos con un enfoque renovado: llevar el aprendizaje directamente a quienes más lo necesitan a través de aulas móviles.
Más allá de la certificación formal de primaria o secundaria, el verdadero reto es romper con las barreras culturales, geográficas y emocionales que impiden que muchos adultos aprendan a leer y escribir. Para muchos, la vergüenza o el temor a ser juzgados ha sido durante años un obstáculo más difícil que la distancia o la falta de tiempo.
La licenciada Brenda Martínez, coordinadora regional del IEEA, explicó que el uso de aulas móviles no solo ha permitido acercarse a comunidades de difícil acceso, sino que ha sido clave para identificar con precisión dónde se concentra el rezago educativo más severo. “Los ejidos siguen siendo zonas con tasas elevadas de analfabetismo. La diferencia ahora es que estamos llegando a ellos sin esperar que se acerquen. Vamos a su ritmo, en su contexto, con respeto”, detalló.
Martínez destacó que uno de los sectores más receptivos ha sido el de adultos mayores, muchos de los cuales vivieron toda su vida sin saber leer ni escribir. “Es impresionante ver cómo personas de 60, 70 años o más, con toda humildad, toman un lápiz y empiezan de cero. No buscan un certificado, buscan dignidad, independencia y la posibilidad de leer un cartel, escribir su nombre o comprender una receta médica”, añadió.
Aunque los resultados son positivos, las condiciones de trabajo no siempre son fáciles. El personal del IEEA enfrenta trayectos largos, caminos en mal estado y, en ocasiones, poca respuesta inicial. Sin embargo, una vez que la comunidad percibe el esfuerzo, el interés crece. “Todo empieza con uno o dos participantes. Después ellos mismos invitan a sus vecinos, a sus hermanos, y así se va generando una red de aprendizaje”, relató Martínez.
El programa no depende de un calendario escolar fijo. Las inscripciones están abiertas todo el año y los avances dependen del ritmo personal de cada estudiante. Esto ha permitido flexibilidad y continuidad, dos elementos clave para una población adulta con múltiples responsabilidades y limitaciones.
El objetivo final no es solo entregar certificados, sino erradicar el analfabetismo funcional que afecta a miles de personas. Leer un contrato, firmar un documento o interpretar una señal de tránsito son acciones básicas que cambian vidas, pero que aún son inalcanzables para muchos.
El IEEA ha lanzado también campañas de sensibilización comunitaria para reducir el estigma que enfrentan los adultos que no saben leer ni escribir. “Queremos que sepan que nunca es tarde, que nadie se burla, que hay un equipo listo para apoyar sin juzgar”, afirmó la coordinadora.
El esfuerzo continúa y la meta sigue siendo ambiciosa: que ningún adulto en Coahuila quede excluido de la posibilidad de aprender, sin importar su edad, ubicación o condición social. Porque saber leer no solo abre libros, también abre puertas.
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