El sueño como medicina: 15 beneficios de dormir bien, según la ciencia

En los últimos años, la importancia del sueño como uno de los fundamentos esenciales para una vida saludable ha ganado reconocimiento. Lejos de ser visto como una pérdida de tiempo o un hábito poco relevante, el descanso adecuado ahora es un elemento central en las recomendaciones médicas actuales.
La especialista en sueño, Stella Maris Valiensi, explicó a Infobae que desde hace poco tiempo el sueño se considera, junto con la alimentación y la actividad física, un pilar fundamental para el bienestar. Según ella, un buen descanso influye positivamente en los otros dos aspectos: cuando dormimos bien, tendemos a sentirnos con más energía para hacer ejercicio y a elegir alimentos más saludables.
Dormir bien no solo significa descansar, sino que implica un proceso biológico complejo que activa funciones de reparación, regulación y protección en el cuerpo. Tanto es así que, en 2023, la Asociación Americana del Corazón incluyó el buen sueño entre los ocho hábitos esenciales para retardar el envejecimiento biológico hasta por seis años.
Facundo Nogueira, neumonólogo y jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, detalló que durante el sueño el cerebro, el sistema cardiovascular y el resto del cuerpo entran en un estado de reposo reparador, en el cual se regeneran tejidos y se eliminan toxinas generadas por el metabolismo diario.
Con base en estas explicaciones, Infobae enumeró 15 beneficios respaldados científicamente que aporta un sueño adecuado:
Beneficios fisiológicos y metabólicos
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Reparación de tejidos: Durante el sueño se producen proteínas y hormonas que ayudan a la recuperación muscular y a la regeneración celular.
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Producción de hormona de crecimiento: Fundamental en la infancia para el desarrollo físico y cognitivo, pero también importante en adultos para la restauración de tejidos.
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Eliminación de sustancias tóxicas: El cerebro limpia compuestos como el beta-amiloide, asociado con el Alzheimer.
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Reducción de hormonas del estrés: El cortisol y la adrenalina disminuyen durante el descanso, beneficiando el metabolismo y la presión arterial.
Beneficios neurológicos y cognitivos
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Consolidación de la memoria: El sueño ayuda a afianzar nuevos aprendizajes y actualizar recuerdos previos.
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Disminución del riesgo de demencia y Alzheimer: Problemas del sueño incrementan el riesgo de estas enfermedades, debido a la acumulación de neurotoxinas.
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Mejora del estado de ánimo: La falta de sueño afecta el equilibrio emocional, aumentando la irritabilidad.
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Mayor rendimiento intelectual: Dormir bien favorece la concentración y el desempeño cognitivo.
Beneficios inmunológicos y antiinflamatorios
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Fortalecimiento del sistema inmunológico: El sueño facilita la producción de sustancias que defienden al organismo.
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Reducción de la inflamación: Ayuda a mantener el equilibrio inmunitario y a controlar procesos inflamatorios.
Salud cardiovascular y metabólica
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Descenso de frecuencia cardíaca y presión arterial: Durante el sueño el corazón entra en reposo, prolongando su vida útil.
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Menor riesgo de enfermedades cardiovasculares: Mantener una rutina de sueño saludable reduce la posibilidad de sufrir patologías cardíacas, arritmias, accidentes cerebrovasculares, hipertensión, obesidad y diabetes.
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Prevención de la obesidad: Dormir poco aumenta el riesgo de sobrepeso y desbalance de lípidos en sangre, además de elevar hormonas que favorecen la acumulación de grasa.
Salud emocional y bienestar general
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Prevención de la depresión: Un sueño adecuado está ligado al bienestar emocional, mientras que la privación prolongada predispone a trastornos como la depresión.
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Mejora del bienestar general: Dormir bien contribuye a tener mejor ánimo y energía para afrontar el día.
Consecuencias de la falta de sueño
La especialista Valiensi destacó que la privación de sueño a corto plazo produce dificultades para concentrarse, menor productividad, somnolencia, irritabilidad y mal humor. A largo plazo, incrementa la incidencia de enfermedades como problemas cardiovasculares, obesidad e hipertensión.
Nogueira agregó que dormir poco eleva el cortisol, aumentando el riesgo de obesidad, y que fragmentar el sueño reduce su efectividad, restando sus beneficios protectores. Además, diversos estudios asocian insomnio y apnea del sueño con mayor riesgo cardiovascular, deterioro cognitivo y pérdida de memoria.
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