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Estrés crónico y presión alta: síntomas, riesgos y estrategias

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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En la vida moderna, el estrés se ha vuelto un compañero constante. No obstante, cuando se mantiene de forma prolongada, puede afectar gravemente la salud física, siendo la presión arterial alta una de sus principales consecuencias. Comprender cómo se relacionan ambos es clave para preservar el bienestar general.

El estrés crónico puede manifestarse de diversas maneras, tanto emocionales como físicas: irritabilidad, ansiedad, dificultad para concentrarse, cansancio persistente, dolores de cabeza tensionales, molestias digestivas y rigidez muscular. Detectar estas señales a tiempo permite intervenir antes de que aparezcan problemas más serios.

Por su parte, la hipertensión, conocida como el “asesino silencioso”, suele no mostrar síntomas hasta etapas avanzadas. En casos graves, puede causar cefaleas intensas, falta de aire, sangrados nasales o visión borrosa. La única forma confiable de identificarla es mediante controles regulares de la presión arterial.

El vínculo entre el estrés y la hipertensión es complejo. Ante una situación estresante, el organismo activa la respuesta de “lucha o huida”, liberando cortisol y adrenalina, lo que acelera el ritmo cardíaco y estrecha los vasos sanguíneos, elevando temporalmente la presión. Si esta respuesta se mantiene de forma continua, puede desencadenar una hipertensión sostenida.

Cuando no se controla, la presión arterial elevada deteriora las arterias y eleva el riesgo de infarto, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca, daño renal y pérdida de la visión. Por ello, requiere un control constante y cambios en el estilo de vida.

La prevención de la hipertensión relacionada con el estrés incluye una alimentación equilibrada —rica en frutas, verduras y cereales integrales—, reducir el consumo de sodio y grasas saturadas, realizar ejercicio con frecuencia, mantener un peso adecuado y limitar el alcohol.

Además, aprender a manejar el estrés es esencial. Prácticas como la meditación, el yoga, la respiración profunda, las caminatas al aire libre, los pasatiempos relajantes y un buen descanso nocturno ayudan a reducir la tensión emocional. También es importante fortalecer las relaciones sociales y establecer límites saludables.

Por último, acudir regularmente al médico es indispensable. Si se presentan síntomas de estrés crónico o antecedentes familiares de hipertensión, un profesional puede realizar un diagnóstico preciso, vigilar los niveles de presión y diseñar un plan personalizado para cuidar la salud cardiovascular.

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