La fascitis plantar es una afección que puede afectar a cualquier persona, desde deportistas hasta quienes aumentan su actividad física después de un período de inactividad.
Esta condición surge por pequeñas lesiones o microdesgarros en la fascia plantar, causando un dolor que suele ser más intenso por las mañanas o tras descansar un tiempo. Según la Dra. Stephanie S. Gardner, cirujana ortopédica del Hospital Houston Methodist, el malestar puede empeorar al final del día después de jornadas prolongadas de actividad.
Diversos factores pueden desencadenar la fascitis plantar. Aunque es más común en personas activas, también puede aparecer en quienes pasan mucho tiempo descalzos o sentados. Incluso acciones cotidianas, como usar calzado inapropiado al caminar, pueden provocarla.
La Dra. Gardner señala que tanto quienes tienen pies planos como aquellos con arcos muy pronunciados pueden desarrollarla, y la rigidez en las pantorrillas es otro factor frecuente en quienes padecen esta condición.
Para aliviar el dolor, en la mayoría de los casos no se requiere cirugía. Los tratamientos conservadores más efectivos incluyen estiramientos diarios de las pantorrillas y de la fascia plantar, masajes y la aplicación de hielo en el arco del pie, por ejemplo, usando una botella congelada.
Además, es fundamental usar calzado con buen soporte para evitar impactos excesivos en el talón. También se recomienda reducir temporalmente las actividades de alto impacto y optar por ejercicios suaves como el ciclismo o la natación.
Cuando el dolor persiste a pesar de los cuidados en casa, puede ser necesario acudir a fisioterapia o a otras alternativas no quirúrgicas, como la terapia de ondas de choque, inyecciones de cortisona o plasma rico en plaquetas, y la reparación ultrasónica del tejido. La cirugía, que consiste en la liberación parcial de la fascia plantar, se considera únicamente si los síntomas continúan después de un año de tratamiento constante.
Es posible prevenir la fascitis plantar con algunas medidas sencillas. Aunque puede presentarse en cualquier persona, el riesgo aumenta después de los 40 años o si se ha tenido antes esta afección. La Dra. Gardner destaca que el estiramiento es la mejor forma de prevención. Incluir estiramientos en la rutina diaria, usar zapatos adecuados y cambiar el calzado desgastado a tiempo son claves para evitar esta molesta dolencia.
Asimismo, hacer pausas activas, realizar calentamientos previos y estiramientos posteriores al ejercicio contribuye a disminuir la posibilidad de lesiones en pies y tobillos. Estas prácticas no solo previenen la fascitis plantar, sino que también favorecen el bienestar general del sistema musculoesquelético, ayudando a mantener una vida activa y sin dolor.