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Fuga de drenaje en la colonia CROC 1 evidencia abandono urbano y riesgo sanitario

Ciudadanos señalan el foco de infección que representa la fuga generando inconformidad entre los vecinos

Fuga de drenaje en la colonia CROC 1 evidencia abandono urbano y riesgo sanitario: Ciudadanos señalan el foco de infección que representa la fuga generando inconformidad entre los vecinos
José Gaytán
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Fuga de drenaje en la colonia CROC 1 evidencia abandono urbano y riesgo sanitario: Ciudadanos señalan el foco de infección que representa la fuga generando inconformidad entre los vecinos
Fuga de drenaje en la colonia CROC 1 evidencia abandono urbano y riesgo sanitario: Ciudadanos señalan el foco de infección que representa la fuga generando inconformidad entre los vecinos

La crisis de infraestructura urbana que afecta a múltiples sectores de la ciudad encuentra un nuevo y alarmante ejemplo en la colonia CROC 1, donde una grave fuga de drenaje ha convertido la calle Vázquez Narro en un foco constante de insalubridad y deterioro social. Este hecho no sólo pone en evidencia las condiciones precarias en las que viven muchas familias, sino también la falta de respuesta oportuna ante problemas que, lejos de ser fortuitos, son producto de años de omisión, negligencia institucional y una clara ausencia de planeación pública.

La presencia constante de aguas negras corriendo por las vialidades de un barrio habitado, donde diariamente transitan menores, adultos mayores y trabajadores, representa una agresión directa a la dignidad de quienes ahí viven. Los olores fétidos, el riesgo de enfermedades gastrointestinales y respiratorias, así como la imposibilidad de usar el espacio público con normalidad, son elementos que deterioran progresivamente el tejido comunitario. Donde debería haber vida cotidiana —niños jugando en las banquetas, vecinos conversando en la puerta de su casa, familias conviviendo— sólo hay calles anegadas de líquidos pestilentes, moscas, lodo y abandono.

Pero esta situación no es nueva ni exclusiva de la colonia CROC 1. En muchas zonas populares, el colapso del sistema de drenaje se ha vuelto parte de la rutina. La precariedad de la infraestructura hidráulica, construida en muchos casos hace más de tres décadas y sin mantenimiento constante, ha derivado en una red obsoleta, saturada y frágil que colapsa con la mínima presión. A esto se suma la urbanización acelerada, sin estudios de impacto, que ha añadido más usuarios a sistemas diseñados para menos población, generando un círculo vicioso entre sobrecarga y deterioro.

Sin embargo, lo verdaderamente crítico no es sólo el deterioro material de la red sanitaria, sino la indiferencia estructural frente al problema. Una fuga de drenaje no debería durar semanas, ni mucho menos meses, sin ser atendida. No puede ser que lo que debería resolverse con una cuadrilla de trabajadores, herramientas básicas y voluntad de servicio, se convierta en una espera interminable para las familias afectadas. Esta omisión institucional prolongada no sólo demuestra desinterés, sino una falta de conciencia real sobre los riesgos a la salud pública que conlleva una exposición continua a aguas residuales.

Además del impacto sanitario, la presencia constante de estas fugas deteriora el entorno urbano: daña el pavimento, erosiona banquetas, impide la movilidad, y da pie a que los espacios públicos se transformen en puntos de marginación, lo cual afecta también la percepción de seguridad. Los niños dejan de jugar en la calle, los vecinos evitan salir, y el espacio compartido se convierte en zona de paso obligado, pero jamás de permanencia.

Mientras tanto, se sigue hablando de planes de desarrollo urbano, modernización y obras de gran calado, cuando lo esencial —lo básico, lo indispensable— se encuentra descuidado. La inversión en grandes proyectos no puede ir desligada de las condiciones mínimas de salubridad que deben garantizarse a todos los habitantes, particularmente en las zonas donde históricamente el abandono ha sido la constante. Ignorar estas fallas estructurales implica perpetuar un sistema de desigualdad urbana que condena a los mismos sectores a convivir con el lodo, los malos olores y las enfermedades.

No se trata de un incidente aislado. La fuga de drenaje en la colonia CROC 1 es un síntoma claro de un problema mucho mayor: la falta de mantenimiento preventivo, la invisibilización de las colonias populares, y una gestión pública que aún responde más a la inercia que a la urgencia. En lugar de planes reactivos, se requiere una política de infraestructura pública que ponga en el centro las condiciones reales de vida de la ciudadanía, y que no postergue las soluciones hasta que las calles estén completamente intransitables o que surjan brotes epidémicos.

Es inadmisible que, en pleno 2025, haya zonas urbanas que vivan como si se tratara de espacios sin derechos. Las aguas negras no sólo ensucian las calles; ensucian también la responsabilidad institucional cuando no hay respuesta. No es sólo una fuga de drenaje, es una herida abierta en el mapa urbano que exige atención inmediata, voluntad política y, sobre todo, respeto a la ciudadanía.

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