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Iglesia se debe sumar en brindar un espacio a los jóvenes

Es de suma relevancia tomar acciones ante la situación por la que atraviesa la juventud en la actualidad.

Iglesia se debe sumar en brindar un espacio a los jóvenes  : Es de suma relevancia tomar acciones ante la situación por la que atraviesa la juventud en la actualidad.
José Gaytán
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Con una firme y clara preocupación por el rumbo que han tomado muchos jóvenes y niños en la región, el Obispo de la Diócesis de Piedras Negras, Alfonso Miranda Guardiola, hizo un llamado urgente a toda la sociedad para emprender acciones concretas orientadas a rescatar a las nuevas generaciones que están siendo absorbidas por entornos violentos, marcados por el crimen organizado, las adicciones y la descomposición social.

El mensaje del prelado no es nuevo, pero sí cada vez más apremiante. La realidad que se vive en muchas comunidades —tanto en zonas urbanas como rurales— evidencia cómo adolescentes e incluso niños son reclutados desde muy temprana edad por grupos criminales, utilizados como vigilantes, mensajeros o incluso sicarios. Las estadísticas y los testimonios de colectivos de madres buscadoras dan cuenta del dolor de cientos de familias que han perdido a sus hijos en esta vorágine de violencia e impunidad.

El Obispo enfatizó que no basta con señalar el problema desde los púlpitos ni reducirlo a discursos ocasionales. “Tenemos que salir a buscarlos”, dijo, refiriéndose a la necesidad de que la Iglesia, las comunidades y las familias asuman un rol activo en la contención y acompañamiento de los jóvenes. La propuesta no se limita a lo religioso, sino que apela a una intervención humanista, integral y empática, que les devuelva a los menores un proyecto de vida distinto al de la violencia.

“Tenemos que llevarles el mensaje de Dios, de la vida, de la esperanza, de la fe”, señaló Miranda Guardiola. Para el Obispo, el camino del bien no se impone, sino que se proclama y se comparte, especialmente con quienes han crecido en ambientes rotos, sin referentes claros, sin oportunidades de desarrollo real, y muchas veces, sin afecto.

En su intervención, también criticó la idea generalizada —y según él, absurda— de que los jóvenes ya no están interesados en la fe o que no tienen cabida dentro de la Iglesia. “Los jóvenes están ahí, pero no se trata de que vengan a nosotros; tenemos que ir nosotros hacia ellos”, insistió. El reto, afirmó, es lograr que las parroquias y comunidades se conviertan en espacios vivos, acogedores y útiles para su entorno, donde la juventud encuentre no solo espiritualidad, sino acompañamiento, escucha, orientación, cultura y sentido.

La preocupación del Obispo se alinea con una crisis que cada vez es más visible: jóvenes normalizando la violencia, adolescentes cayendo en círculos de consumo y venta de drogas, y familias fragmentadas por la ausencia de recursos, oportunidades o vínculos sólidos. En este contexto, Miranda hizo énfasis en que no basta con lamentos, sino que se requieren acciones colectivas urgentes, desde todos los sectores: Iglesia, gobierno, sociedad civil, escuelas y medios de comunicación.

Asimismo, subrayó que la reconstrucción del tejido social empieza desde lo más pequeño: la familia, el barrio, la escuela, y no exclusivamente desde grandes políticas públicas. Reconocer que hay niños y jóvenes en riesgo es el primer paso para salvarlos del abandono, la exclusión o el crimen.

A la par de este mensaje, se hace visible otra herida social: el incremento de jóvenes desaparecidos. Los colectivos de búsqueda, integrados en su mayoría por madres, siguen enfrentando el calvario de encontrar a sus hijos, sin apoyo suficiente ni garantías de justicia. “Mientras una madre busque, toda la Iglesia debe acompañarla”, fue otra de las ideas que dejó el Obispo durante su intervención, reforzando la complicidad entre la fe y la solidaridad humana.

Este llamado representa no solo un diagnóstico de la crisis generacional que atraviesa la región, sino también una invitación a no dejarse vencer por la desesperanza. En una época donde los antivalores se convierten en moneda corriente, la apuesta por rescatar a los jóvenes desde el amor, la fe y el compromiso comunitario se vuelve una necesidad ética y social.

El mensaje del Obispo Alfonso Miranda, lejos de ser un pronunciamiento aislado, se suma a una serie de voces que claman por un rescate urgente de la niñez y la juventud, no solo en Piedras Negras, sino en todo el país. La magnitud del problema exige que el mensaje no se quede en palabras, sino que se traduzca en presencia, proyectos y acompañamiento reales.

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