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Infecciones por C. Difficile: Lo que debes saber sobre esta bacteria intestinal

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Clostridium difficile (C. difficile) es una bacteria que puede causar serios problemas digestivos. Es una de las causas más frecuentes de diarrea relacionada con el uso de antibióticos, especialmente en hospitales y centros de salud.

Aunque las personas saludables suelen tener defensas naturales que evitan infecciones, ciertas condiciones permiten que esta bacteria se multiplique sin control y cause daño.

Esta bacteria puede generar inflamación en el colon, conocida como colitis, causada por toxinas que se liberan cuando las bacterias se reproducen descontroladamente.

Normalmente, C. difficile convive con miles de millones de otros microorganismos beneficiosos en los intestinos, que mantienen el equilibrio digestivo. Sin embargo, ese balance puede alterarse tras el uso de antibióticos, lo que facilita el crecimiento excesivo de C. difficile y la liberación de toxinas dañinas.

Los antibióticos, aunque combaten infecciones en otras partes del cuerpo, pueden eliminar accidentalmente las bacterias "buenas" del intestino, dejando espacio para que C. difficile crezca.

Estas toxinas afectan el revestimiento del colon y pueden causar infecciones graves. Incluso un corto tratamiento con antibióticos puede desencadenar una infección, especialmente en personas con sistemas inmunitarios debilitados o con hospitalizaciones recientes.


Síntomas de la infección por C. difficile

Las infecciones pueden ir desde leves hasta potencialmente mortales, y los síntomas suelen aparecer días después de iniciar antibióticos, aunque a veces tardan más. Detectar los síntomas pronto es crucial para evitar complicaciones. Los signos comunes son:

  • Diarrea líquida frecuente, que puede darse varias veces al día.

  • Dolores o calambres abdominales, usualmente en la parte baja del abdomen y que empeoran tras comer.

  • Náuseas, acompañadas de malestar general.

  • Vómitos, aunque menos frecuentes, pueden presentarse.

  • Fiebre baja, que refleja la respuesta inmunitaria.

  • Presencia de sangre o pus en las heces, señal de inflamación o daño en el colon.

  • Pérdida del apetito, producto del malestar general y síntomas previos.

A menudo, los pacientes notan un olor fuerte o inusual en sus heces, un indicio característico, aunque no suficiente para diagnosticar por sí solo, pero sí motivo para hacer más pruebas si va acompañado de otros síntomas.

En casos severos, puede presentarse deshidratación o complicaciones como colitis grave o sepsis, con síntomas adicionales como pulso acelerado, presión baja, confusión o dificultad respiratoria. Si no se trata, la infección puede ser mortal.

Algunas personas pueden portar la bacteria sin mostrar síntomas, pero igual pueden contagiarla a otros.


Diagnóstico

Ante sospecha de infección, los médicos suelen pedir análisis de heces para detectar toxinas o material genético de C. difficile. También pueden realizar análisis de sangre para detectar signos de infección o inflamación.

Se consideran pruebas cuando un paciente presenta diarrea persistente tras usar antibióticos, especialmente si ha estado hospitalizado o recibe medicamentos que afectan el sistema inmunitario, como esteroides o quimioterapia.

En ocasiones, se emplean imágenes como tomografías para evaluar daños en el colon y detectar complicaciones graves.


Tratamiento

La mayoría de las infecciones se tratan con antibióticos específicos como vancomicina o fidaxomicina, que eliminan C. difficile mientras protegen las bacterias buenas restantes.

A veces, suspender el antibiótico causante puede ayudar a restablecer el equilibrio intestinal, pero no siempre basta para curar la infección.

En casos graves, puede ser necesaria una cirugía para extirpar parte del colon, especialmente si hay complicaciones serias.

Si la infección reaparece —lo que sucede en aproximadamente uno de cada cuatro pacientes— se puede recomendar otro ciclo de antibióticos o un trasplante de microbiota fecal (FMT). Este procedimiento introduce bacterias intestinales sanas de un donante para restaurar el equilibrio en el colon, y puede realizarse por colonoscopia, enema o cápsulas.

La recuperación varía: algunas personas mejoran en días, otras tardan semanas.


Causas y factores de riesgo

El uso reciente o prolongado de antibióticos es la causa principal, ya que elimina las bacterias protectoras que mantienen controlada a C. difficile.

Otros factores incluyen:

  • Estancias en hospitales o centros de cuidado prolongado, donde la exposición a esporas es mayor.

  • Sistemas inmunitarios debilitados por enfermedades, cirugías o tratamientos.

  • Procedimientos gastrointestinales que alteran la flora intestinal.

Los riesgos aumentan con la edad (65 años o más), hospitalizaciones, sistemas inmunitarios comprometidos y antecedentes previos de infección por C. difficile.

La bacteria se transmite también sin relación con antibióticos, por contacto con superficies o personas contaminadas. Sus esporas resisten muchos desinfectantes, por lo que lavarse las manos con agua y jabón es fundamental para prevenirla.


Vivir con C. difficile

Una infección no tratada adecuadamente puede provocar problemas digestivos duraderos, diarrea continua, deshidratación y desnutrición.

Además, las infecciones recurrentes generan ansiedad, estrés y limitan actividades sociales y viajes.

Las personas que se recuperan deben colaborar con su equipo médico para controlar síntomas, ajustar tratamientos y asegurar una buena hidratación y nutrición.


Relación con el cáncer

Se está investigando si C. difficile puede aumentar el riesgo de cáncer colorrectal debido a la inflamación crónica que la bacteria provoca en el colon, la cual podría dañar las células y favorecer el crecimiento anormal. Sin embargo, se requiere más estudio para confirmar esta posible asociación.

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