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Joven bolera lucha por su hija y cumplir su anhelo navideño

Bolera
Daniela Cordova / El Tiempo de Monclova
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  A sus 16 años, Celeste trabaja como bolera para mantener a su hija y su ilusión navideña.

En el corazón del centro de Monclova, entre el ruido de los carros y las familias que compran ropa y juguetes preparándose para las fiestas decembrinas, una historia de esfuerzo silencioso ocurre todos los días. Es la historia de Celeste Abigail Menchaca, joven de apenas 16 años que, pese a su corta edad, asumió el papel de proveedora. Cada mañana, antes de que el reloj marque las diez, llega desde el oriente de la ciudad para ganarse la vida como bolera, con la esperanza de que su trabajo abra un camino mejor para ella y su pequeña hija.

Celeste comenzó hace apenas unas semanas en el oficio, aprendiendo con complejidad y nerviosismo los movimientos básicos. Su aprendizaje no fue sencillo y le costó adaptarse, pero con el tiempo empezó a ganar confianza y habilidad. Hoy, forma parte del grupo de boleros que se colocan detrás de la parroquia Santiago Apóstol, un punto conocido del centro donde muchos acuden a buscar una mano que dé brillo a sus zapatos. 

Bolera
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Trabajo para sostener un sueño pequeño.

La razón que la impulsa a soportar jornadas largas y días de poca clientela tiene nombre: Margori, su hija de cuatro años. Celeste cuenta que hay días buenos, donde los clientes son constantes, y otros en los que no, pero  aun así, no se queja.

Una bicicleta y el deseo de una navidad diferente.

En esta temporada navideña, Margori expresa una ilusión sencilla: recibir una bicicleta de Santa Claus. Celeste sabe que el costo del regalo vuelve el sueño casi imposible, pero también entiende que una ilusión de su hija es muy grande y puede terminarse por falta de dinero. Ella trabaja para sostener lo básico, pero también para intentar que su hija viva alimentada, cuidada y sobre todo muy querida.

Quienes pasan por el centro de Monclova tienen la oportunidad de encontrarse con Celeste y a veces, un servicio tan sencillo como bolear unos zapatos puede transformarse en un acto de empatía, pues cada cliente que se acerca representa para ella una esperanza y la posibilidad de acercarse al sueño de su hija.

Bolera
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En un mundo donde las necesidades parecen infinitas, un gesto mínimo puede marcar la diferencia y recordarle que no está sola en esta lucha diaria por darle a su pequeña una navidad llena de felicidad.

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