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Jóvenes mexicanos enfrentan desempleo e informalidad

Jóvenes mexicanos enfrentan desempleo e informalidad
Redacción/ El Tiempo
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Generaciones En México, más de la mitad de la juventud trabaja sin seguridad social y con pocas opciones de empleo formal, pese a su alto potencial productivo.

Este miércoles 12 de agosto, Día Internacional de la Juventud, México no tiene un panorama alentador para celebrar. Aunque el país cuenta con una población joven significativa, las oportunidades de empleo formal y bien remunerado siguen siendo limitadas, lo que impide aprovechar al máximo el talento de las nuevas generaciones.

De acuerdo con cifras oficiales, la inserción laboral de los jóvenes continúa marcada por la informalidad, el desempleo y la falta de opciones de desarrollo profesional, factores que ponen en riesgo el potencial productivo y económico del país en los próximos años.
A continuación, se presentan datos clave que permiten dimensionar la situación actual de la juventud mexicana en el mercado de trabajo.

Una generación numerosa, pero con oportunidades limitadas. México cuenta actualmente con 30.4 millones de personas jóvenes —de entre 15 y 29 años—, lo que representa el 23.3% de la población total. Este grupo etario es uno de los pilares demográficos más importantes, ya que su participación es determinante para el crecimiento económico y la innovación.
Dentro de este sector, las mujeres constituyen el 51%, mientras que el 49% restante son hombres. Sin embargo, la igualdad de género en el acceso a empleos formales y con seguridad social sigue siendo un desafío, sobre todo en zonas rurales y comunidades marginadas.
En términos de participación económica, 15.9 millones de jóvenes forman parte de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que significa que tienen un empleo o están buscando uno. Esta cifra equivale al 14.5% del total de la PEA nacional, evidenciando que una gran parte de este grupo aún no se incorpora al mercado laboral.

Desempleo e informalidad: los principales obstáculos. Uno de los problemas más graves que enfrenta la juventud mexicana es la dificultad para conseguir un trabajo formal y estable. Las cifras indican que la tasa de desocupación juvenil es de 4.8%, casi el doble que la tasa general del país, que se ubica en 2.5%.
Aun cuando logran incorporarse al mercado laboral, la mayoría de los jóvenes lo hace en el sector informal. Según los datos más recientes, el 58.8% de las personas jóvenes ocupadas trabaja sin acceso a prestaciones ni seguridad social, cifra superior al promedio nacional de informalidad, que es de 54.3%.
Este fenómeno limita su acceso a derechos laborales, dificulta la estabilidad económica y aumenta la vulnerabilidad ante crisis financieras o de salud, como quedó demostrado durante la pandemia de COVID-19.

Jóvenes fuera del mercado laboral. Una parte importante de la población juvenil en México permanece fuera del mercado laboral. La mayoría de estos jóvenes cuenta con estudios de secundaria o de educación media superior, lo que podría facilitar su incorporación al trabajo si existieran suficientes oportunidades.
Entre los hombres que no participan en la PEA, la principal razón para no buscar empleo es la falta de disponibilidad para trabajar. En el caso de las mujeres, muchas destinan su tiempo a actividades no remuneradas, como el cuidado del hogar y familiares.
De los jóvenes que no están disponibles para trabajar, casi el 70% de las mujeres y el 98% de los hombres se encuentran solteros. Este dato refleja que la falta de empleo no siempre está vinculada con responsabilidades familiares, sino con otros factores como la falta de opciones o desinterés por empleos precarios. La principal actividad de quienes no son económicamente activos se divide en dos: la educación y los quehaceres domésticos, ambos esenciales para el desarrollo personal, pero que no generan ingresos ni aportan directamente al sistema productivo.

El reto de aprovechar el bono demográfico. México se encuentra en un momento clave para aprovechar lo que se conoce como “bono demográfico”, es decir, la etapa en la que la población en edad de trabajar es mayor que la dependiente (niños y adultos mayores). Sin embargo, la alta informalidad, el desempleo y la falta de capacitación pueden hacer que esta oportunidad se pierda. 
Expertos señalan que invertir en educación de calidad, capacitación técnica y programas de primer empleo es esencial para integrar a los jóvenes en el mercado laboral formal. De igual forma, se requieren políticas públicas que fomenten la creación de empleos bien remunerados y con                       prestaciones.
En este contexto, el Día Internacional de la Juventud no solo es una fecha para reconocer el potencial de las nuevas generaciones, sino también para reflexionar sobre las acciones necesarias para garantizarles un futuro con oportunidades reales de desarrollo.
Si México logra vincular el talento joven con empleos formales y productivos, el impacto positivo en la economía y en la estabilidad social podría ser significativo. De lo contrario, se corre el riesgo de perpetuar ciclos de pobreza y desigualdad que afectarán a las próximas generaciones.

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