Los trastornos respiratorios durante la noche, como la apnea del sueño, constituyen un riesgo oculto que puede afectar tanto el desarrollo físico como el cognitivo en los niños, influyendo negativamente en su desempeño escolar y crecimiento.
Detectar señales como ronquidos persistentes y pausas en la respiración es fundamental para lograr un diagnóstico y tratamiento oportunos.
Dormir bien es esencial para el correcto desarrollo infantil, pues durante el sueño el cuerpo se recupera, el cerebro consolida la memoria y se liberan hormonas vitales para el crecimiento.
No obstante, la apnea del sueño es un problema frecuente que interrumpe este proceso esencial y puede ocasionar consecuencias importantes si no se trata a tiempo.
¿Qué es la apnea del sueño en niños y por qué sucede?
Esta condición se caracteriza por interrupciones o respiración superficial durante el sueño, causadas por bloqueos parciales o totales en las vías respiratorias. Estas pausas alteran el patrón del sueño y la ventilación, impidiendo un descanso adecuado.
La causa principal radica en la faringe, donde anomalías anatómicas, funcionales o neurológicas generan la obstrucción.
Entre los factores más comunes en niños están:
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Agrandamiento de amígdalas y adenoides (hipertrofia amigdalar), que es una causa habitual de bloqueo.
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Obstrucción nasal severa.
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Laringomalacia, que consiste en cartílagos laríngeos demasiado blandos.
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Malformaciones congénitas.
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Obesidad.
Síntomas nocturnos y diurnos de alerta
El síntoma más frecuente y distintivo es el ronquido, que suele ir acompañado de pausas respiratorias, mayor esfuerzo al respirar, sueño agitado, posturas inusuales durante la noche y sudoración excesiva.
Estos síntomas pueden derivar en signos visibles durante el día, que muchas veces son la razón para acudir al médico, tales como:
Además, debido a la hipertrofia amigdalar, los niños pueden respirar por la boca, tener sequedad bucal, mal aliento, dificultad para alimentarse, voz nasal, congestión nasal persistente e infecciones frecuentes en las vías respiratorias superiores.
Consecuencias en el desarrollo infantil
Los efectos de la apnea pueden ir desde leves molestias hasta serias complicaciones, que incluyen:
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Bajo rendimiento escolar y problemas conductuales.
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Somnolencia diurna y alteraciones en el desarrollo psicomotor.
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Falta de crecimiento adecuado.
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Problemas cardiovasculares.
Estas complicaciones surgen principalmente por episodios de baja oxigenación en sangre durante las pausas respiratorias nocturnas. Incluso niveles moderados de hipoxia pueden impactar negativamente el desarrollo neurológico.
Diagnóstico y tratamiento
El pediatra es quien inicialmente detecta esta condición, evaluando la intensidad de los ronquidos, sonidos respiratorios, pausas y esfuerzo nocturno.
Es fundamental valorar la hipertrofia de amígdalas y adenoides con una evaluación otorrinolaringológica completa.
Para confirmar el diagnóstico, se realiza la polisomnografía, una prueba que registra datos neurofisiológicos del sueño y mide la saturación de oxígeno durante la noche.
El tratamiento depende de la causa específica y puede incluir manejo de la congestión y la inflamación de las vías respiratorias.
En muchos casos, la solución definitiva es la cirugía para remover amígdalas y adenoides, llamada adenoamigdalectomía.