La Ciencia pide más donantes de cerebro para frenar el avance de las demencias

España destaca a nivel mundial en donación de órganos, pero hay uno que aún no ocupa los primeros lugares: el cerebro.

Aunque no puede salvar una vida de manera inmediata al ser donado tras la muerte, su valor reside en el aporte que ofrece a la investigación de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, el párkinson o la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), proporcionando esperanza para futuras generaciones.

Pese a su relevancia científica, la donación de cerebros —tanto de personas sanas como de quienes padecen alguna patología— ha disminuido considerablemente. En los 16 biobancos que operan en España, se solían registrar alrededor de 500 donaciones anuales. Actualmente, “tras la pandemia del covid”, como señalan los expertos, esa cifra ha caído a menos de 200.

Ante esta situación, la Fundación Reina Sofía lanzó la campaña de concienciación Cerebros extraordinarios, con el objetivo de fomentar la donación de este órgano. El mensaje central resalta que todos los cerebros, sin importar su condición, tienen un valor extraordinario para el avance científico.

La campaña hace un llamado a los familiares de personas fallecidas tanto con enfermedades neurodegenerativas como sin ellas. Según Javier de Felipe, investigador del Instituto Cajal (CSIC), el estudio de cerebros sanos y enfermos es fundamental para comprender a fondo el funcionamiento cerebral y avanzar en el tratamiento de estas patologías.

Durante la presentación de la campaña, en la que participó la Reina Doña Sofía —quien colaboró en su desarrollo creativo junto con la agencia Sra Rushmore—, se destacó el impacto de estos estudios. “Los descubrimientos que hacemos con estos tejidos son extraordinarios”, afirmó De Felipe.

Si bien cualquier cerebro donado aporta al conocimiento científico, aquellos afectados por enfermedades son especialmente valiosos e irremplazables para encontrar terapias que ayuden a aliviar síntomas o ralentizar el progreso de estos trastornos.

Como parte de la campaña, también participó José Antonio Montejo, tataranieto de Santiago Ramón y Cajal. En un spot publicitario con tono ameno, afirmó “no soy ningún genio”, con el fin de quitar el estigma o la solemnidad alrededor de la donación, destacando que cualquier persona puede contribuir.

La doctora Rosario Moratalla, directora del Instituto Cajal, subrayó que, aunque se trabaja con modelos animales, estos no logran reproducir de manera completa las enfermedades humanas. Por eso, los estudios con tejido cerebral post mortem son esenciales para validar los hallazgos.

Por su parte, Alberto Rábano, director del Banco de Tejidos del Centro de Investigación de Enfermedades Neurodegenerativas (CIEN), el más importante de España, destacó que ya es posible realizar donaciones en casi todo el país, aunque Canarias y Zaragoza aún están en proceso de habilitar sus propios bancos.

Rábano hizo hincapié en que las familias deben considerar la donación cerebral como un derecho que pueden ejercer en beneficio de la investigación, apoyándose en los profesionales de la salud para hacerlo. También expresó su preocupación por la escasez de cerebros donados con enfermedades como la esclerosis múltiple —que afecta sobre todo a mujeres— y el párkinson, frente a una mayor concienciación en torno al alzhéimer. Esta falta de donaciones también se observa en otros países de Europa, en parte debido a la disminución de las autopsias.

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