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¿La comida puede ser adictiva?

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Aunque alimentarse es una necesidad básica, algunas personas experimentan una fuerte incapacidad para controlar el consumo de ciertos alimentos, especialmente los ultraprocesados que contienen altas cantidades de grasas, azúcares y sal.

Este comportamiento ha llevado a investigadores a considerar la posibilidad de que exista una adicción a la comida, un fenómeno que, si bien no está reconocido oficialmente como un trastorno clínico, presenta características similares a otras adicciones ya aceptadas por la medicina.

Desde hace varios años, especialistas en salud mental y neurociencia estudian si los alimentos altamente palatables —es decir, aquellos con sabores muy agradables que generan placer— pueden provocar una respuesta cerebral parecida a la que producen sustancias como el alcohol o el cannabis.

La adicción a la comida se define como la pérdida de control sobre la ingesta de determinados alimentos, con una necesidad intensa de consumirlos a pesar de las consecuencias negativas para la salud. Este patrón se asemeja al de otras adicciones, incluyendo el deseo compulsivo, la tolerancia creciente y la dificultad para dejar de consumirlos.

Los alimentos que más suelen desencadenar estas conductas contienen altos niveles de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio, presentes principalmente en productos ultraprocesados. Desde el punto de vista neurobiológico, estos alimentos pueden activar el sistema dopaminérgico mesolímbico, asociado con el placer y la recompensa, de manera similar a las drogas.

A pesar de estas evidencias, ni la Asociación Americana de Psiquiatría ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconocen la adicción a la comida como un trastorno independiente en sus manuales diagnósticos. Por ejemplo, el DSM-V-TR, un referente en salud mental, no incluye esta condición, lo que dificulta su diagnóstico formal.

Además, dado que comer es una necesidad fisiológica básica, esta posible adicción se diferencia de otras en las que el tratamiento puede enfocarse en la abstinencia total. En este caso, eliminar completamente la ingesta no es factible.

También existe superposición con otros trastornos alimentarios, como la bulimia, el trastorno por atracón o la obesidad, lo que complica su identificación como un problema clínico separado.

Para detectar comportamientos adictivos relacionados con la alimentación, la herramienta más utilizada es la escala YFAS (Yale Food Addiction Scale), desarrollada por la Universidad de Yale. Esta prueba psicométrica ha sido fundamental para identificar síntomas similares a los de otras adicciones en personas con dificultades alimentarias.

Diversos estudios respaldan la existencia de una posible adicción a ciertos alimentos, especialmente en individuos con obesidad o sobrepeso que no logran controlar su ingesta, a pesar de enfrentar graves problemas de salud. Técnicas de neuroimagen han detectado alteraciones en regiones cerebrales involucradas también en el consumo de drogas, como la corteza prefrontal y los circuitos de recompensa.

Se ha observado que cambios en los niveles de dopamina, un neurotransmisor clave en la motivación y el placer, podrían estar implicados en esta respuesta adictiva hacia algunos alimentos.

Sin embargo, este concepto sigue siendo controvertido. Muchas investigaciones se basan en modelos animales, cuyos resultados pueden no ser totalmente aplicables a humanos. Además, no hay consenso claro sobre si el problema está en alimentos específicos o en el acto de comer en sí.

Otro reto es la alta coincidencia entre los síntomas de personas con trastorno por atracón y quienes podrían considerarse "adictas a la comida", lo que dificulta distinguir claramente entre ambos.

Uno de los elementos más discutidos es el azúcar, frecuentemente señalado como potencialmente adictivo. Algunos expertos hablan de una "adicción al azúcar", caracterizada por el consumo repetitivo de productos ultraprocesados con alto contenido en azúcares añadidos. Aunque se ha estudiado su impacto en el cerebro, principalmente en animales, no existe suficiente evidencia para afirmar que actúe como una droga adictiva en humanos.

También se ha sugerido la posible adicción a alimentos como el chocolate o la comida rápida, que suelen acompañarse de bebidas azucaradas, pero estos estudios aún son preliminares.

 

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