La ecología se vuelve cultura entre los comercios nigropetenses

En Piedras Negras, la adopción de prácticas ecológicas por parte de restaurantes, comercios y pequeños negocios ya no es una excepción, sino una tendencia en consolidación. El uso de paneles solares, empaques biodegradables y compras a proveedores locales refleja una transformación económica que redefine el consumo y fortalece la identidad comunitaria.
La sustentabilidad como ventaja competitiva
El crecimiento de la energía solar en Coahuila proporciona contexto a este cambio local. El estado genera 841.7 MW de energía solar, equivalente al 8% de la capacidad nacional, lo que lo posiciona entre los líderes del país en transición energética. Aunque la mayor parte proviene de grandes parques, la generación distribuida —paneles instalados en viviendas y comercios— está ganando terreno: Coahuila forma parte del grupo de nueve entidades que concentran el 60% de estos sistemas.
En Piedras Negras, negocios de comida, cafeterías y talleres ligeros han comenzado a instalar sistemas fotovoltaicos de entre 3 y 30 kilowatts, suficientes para reducir entre 25% y 60% su consumo eléctrico mensual. Esta disminución no solo aligera los costos fijos, sino que permite a los emprendedores operar con mayor previsión financiera.

En el sector de alimentos, Lesly Carlos, comerciante de una cafetería, menciona que el reemplazo de plásticos por materiales biodegradables tiene cifras concretas: una cafetería pequeña consume en promedio 2,000 a 5,000 vasos y contenedores al mes. Cambiar a materiales compostables puede elevar el costo unitario entre 10 y 30%, pero varios propietarios señalan que ese gasto queda compensado por el aumento de clientela atraída por prácticas responsables.
Una cultura que toma forma
El cambio no es únicamente operativo, sino cultural. El consumidor nigropetense muestra mayor interés en la procedencia de los productos y en el impacto de su compra. Negocios que han decidido abastecerse con proveedores locales, desde productores agrícolas hasta panaderías artesanales, señalan reducciones de entre 8% y 15% en costos de transporte y tiempos de entrega más cortos.
Este enfoque ha impulsado nuevas redes de colaboración entre emprendedores, agricultores y comerciantes, creando una economía más integrada y menos dependiente de cadenas externas. Se trata de una cultura que se está construyendo desde abajo: el cliente que exige, el negocio que adapta, la comunidad que observa y se suma.
El avance no es uniforme ni masivo, pero es constante. La sustentabilidad empieza a convertirse en elemento de identidad local: una señal de modernidad que no renuncia al sentido de comunidad. Aquí, el cambio no sucede por moda, sino porque mejora la operación, fortalece la economía local y da futuro a la ciudad.
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