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La Entrevista con Umut Yildirim

Descubre la experiencia única de Umut Yildirim en Coahuila, México, donde encontró una conexión humana sin igual. ¡Conoce su inspiradora historia!

Entrevista
Paola Sosa
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“En México descubrí una conexión humana que nunca había sentido”

Durante un año, el ingeniero turco Umut Yildirim ha vivido en el estado de Coahuila, México, donde desempeña un papel importante en el área industrial. Originario de Turquía, Umut ha viajado por el mundo de Egipto a Austria, de Japón a Hawái, pero asegura que nada se compara con la experiencia de vivir en México. En esta entrevista, comparte lo que ha significado para él convivir con la cultura, las personas y el día a día del norte del país.

Umut, llevas un año viviendo y trabajando en Coahuila. ¿Cómo describirías esta experiencia?

“Definitivamente ha sido una experiencia completamente nueva. Yo he trabajado en muchos países, pero nunca había vivido algo tan cercano, tan humano. México tiene una energía muy diferente. Desde que llegué, la gente me hizo sentir bienvenido. No conocía el idioma, no conocía las costumbres, pero las personas me ayudaron a entender todo con paciencia y cariño. Aquí sentí algo que en otros lugares no: una conexión sincera con la gente”.

Has mencionado que has viajado por distintos países del mundo. ¿Cuáles han sido algunos de ellos y qué diferencias encuentras con México?

“Sí, he tenido la oportunidad de conocer lugares muy distintos entre sí. He vivido en Egipto, Austria, Japón, Hawái y otros países. Cada uno me dejó algo valioso: Egipto me enseñó historia y espiritualidad, Austria disciplina y precisión, Japón respeto y orden, y Hawái equilibrio con la naturaleza. Pero México… México me enseñó calidez. Aquí las personas sonríen aunque no te conozcan, te invitan a comer, te ayudan sin esperar nada. Es algo que realmente me sorprendió. En otros países la vida puede ser más fría, más rápida. Aquí, la gente todavía se toma el tiempo de mirarte a los ojos y preguntarte cómo estás”.

¿Qué fue lo que más te sorprendió al llegar a Coahuila?

“Lo primero, el clima (ríe). Vengo de una ciudad donde el clima es templado, y llegar al norte de México fue un cambio fuerte. Pero más allá de eso, me sorprendió la hospitalidad. Pensé que sería difícil adaptarme, pero desde los primeros días mis compañeros de trabajo me invitaron a comer, a probar tacos, a conocer lugares locales. Recuerdo la primera vez que probé unos tacos de carne asada en Piedras Negras; pensé: ‘esto es increíble’. En Turquía tenemos una comida deliciosa, pero los sabores de México son únicos. Todo tiene un toque diferente, un picante que no solo está en la comida, sino también en la forma de vivir”.

¿Cómo ha sido trabajar con mexicanos en el ámbito profesional?

“Muy enriquecedor. Los mexicanos son personas con mucha creatividad. En Turquía solemos ser más estructurados, seguimos mucho los procesos, pero aquí he aprendido que a veces la mejor solución surge de la improvisación y del trabajo en equipo. Además, he visto un gran compromiso. La gente aquí se esfuerza, tiene una gran ética laboral, pero sin perder el sentido del humor. Eso me gusta mucho. Se puede trabajar duro, pero también disfrutarlo. Esa combinación no es fácil de encontrar”.

¿Te costó adaptarte al idioma y la cultura mexicana?

“Sí, al principio fue complicado. Cuando llegué solo sabía decir ‘hola’, ‘gracias’ y ‘tacos’. Pero poco a poco fui aprendiendo. Mis amigos y colegas me enseñaron palabras y frases, a veces con mucha risa de por medio. En cuanto a la cultura, hay cosas que me sorprendieron mucho, como la forma de celebrar todo: los cumpleaños, el Día de Muertos, las fiestas patrias… todo tiene color, música y emoción. En Turquía también somos muy familiares, pero en México la alegría es más visible, más compartida”.

Has mencionado varias veces la comida mexicana. ¿Qué platillos se han convertido en tus favoritos?

“¡Uf! Hay muchos. Me encantan los tacos, claro, pero también el mole, las enchiladas y los tamales. En Coahuila he probado la carne asada, y sinceramente, creo que es de las mejores del mundo. También me gusta mucho el pan dulce con café, y el pozole me parece algo increíble. Al principio me daba miedo el picante, pero ahora ya no puedo comer sin un poco de salsa. México me cambió hasta en eso (ríe)”.

¿Qué es lo que más valoras de tu estancia en México hasta ahora?

“Lo que más valoro es la gente. He conocido personas que me han hecho sentir en casa. En mis viajes siempre he admirado los lugares, los paisajes, los monumentos, pero aquí aprendí a admirar a las personas.  Su humildad, su generosidad, su sentido del humor. He hecho amigos que sé que conservaré por mucho tiempo". 

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