La lepra del alma: reflexión del padre Néstor Martínez sobre la fe y la salvación
Reflexiona sobre la fe y la salvación con el padre Néstor Martínez, quien aborda las "lepras del alma" y la importancia de la gratitud en el camino espiritual.

Durante la misa dominical en la parroquia Santiago Apóstol de Monclova, se exhortó a los fieles a reflexionar sobre las “lepras del alma”, recordando que más allá de la sanación física, el verdadero camino cristiano debe conducir a la salvación espiritual.
El sacerdote Néstor Martínez reflexionó sobre el pasaje bíblico de los diez leprosos sanados por Jesús, destacando que solo uno regresó para agradecerle. De los diez hombres, únicamente uno reconoció el milagro y volvió a glorificar a Dios. En este gesto, explicó, se encuentra la enseñanza central: la fe debe trascender el deseo de ser curado y orientarse hacia la búsqueda de la salvación.
La gratitud como signo de conversión

El padre Néstor señaló que muchos creyentes se acercan a Dios solo cuando necesitan ayuda o sanación, pero pocos regresan a agradecer. Esa actitud, dijo, refleja una fe incompleta. La gratitud es el paso que eleva al creyente de la simple petición a la verdadera conversión, porque quien agradece reconoce la acción divina en su vida y busca permanecer unido al Señor, no solo recibir sus dones.
La lepra como símbolo de las enfermedades del alma

Durante su homilía, el sacerdote explicó que, en tiempos de Jesús, la lepra era una enfermedad temida que aislaba a las personas de la sociedad. Sin embargo, en la actualidad, aunque la enfermedad física puede tratarse, existe una lepra espiritual que afecta a muchas personas: la del egoísmo, la soberbia, la corrupción, el engaño, la mentira o la indiferencia.
Detectar las heridas que nos alejan de Dios

El padre invitó a los fieles a examinar su conciencia y detectar si hay algo que esté causando malestar o alejamiento interior. Reconocer esos signos, dijo, es el primer paso para sanar espiritualmente. Una persona puede estar afectada por una “lepra del corazón” cuando experimenta pensamientos negativos, resentimientos o actitudes que destruyen su paz interior y su relación con los demás. Solo al reconocer esas heridas se puede pedir ayuda a Dios para detener su avance.
El enemigo se infiltra en la mente
El sacerdote advirtió que el mal actúa de manera silenciosa, infiltrándose en los pensamientos y emociones. Es a través de la mente, mencionó, como el maligno busca sembrar ideas erróneas y desviar el corazón del creyente. Por ello, exhortó a los asistentes a cuidar su interior, fortalecer su fe y pedir al Señor la claridad necesaria para distinguir entre lo que proviene del bien y lo que conduce al pecado o la autodestrucción.
De la sanación a la salvación
El mensaje central de la misa dominical fue que no basta con buscar una sanación temporal o un alivio momentáneo; el verdadero propósito de la vida cristiana es alcanzar la salvación del alma. El padre Néstor Martínez recordó que la fe debe conducir a una relación profunda con Dios, en la que el creyente no solo pida favores, sino que busque permanecer en gracia y reconciliado con Él.
Un llamado a la introspección y la esperanza
Antes de concluir, el párroco pidió a los fieles abrir los ojos del espíritu para reconocer las “lepras” que puedan estar afectando su vida, y presentar su corazón ante el Señor con humildad. Solo así, dijo, será posible alcanzar una transformación interior verdadera, una vida reconciliada con Dios y con los demás, y la promesa más grande de la fe cristiana: la salvación eterna.
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