¿La presión arterial alta puede dar síntomas que despierten el alerta?

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cuando el corazón la impulsa. Se mide con dos valores: la presión sistólica, que ocurre cuando el corazón se contrae, y la presión diastólica, que corresponde al descanso entre latidos.
Se considera que la presión es normal cuando está por debajo de 130/80 mmHg. Cuando está justo en 130/80, se habla de una presión limítrofe, y valores superiores indican hipertensión.
El doctor Nicolás Renna, ex presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión, destacó que es fundamental que las personas se controlen la presión arterial al menos una vez al año, utilizando tensiómetros digitales y siguiendo un protocolo adecuado, para detectar cualquier alteración a tiempo y actuar en consecuencia.
La presión arterial varía durante el día, aumentando con la actividad física o emociones fuertes y disminuyendo durante el descanso o el sueño. Además, factores como la edad, ciertos medicamentos y cambios de postura también influyen en sus niveles.
La hipertensión es conocida como un “asesino silencioso” porque inicialmente no presenta síntomas evidentes, aunque puede causar daños graves en órganos si no se trata. Síntomas como dolores de cabeza frecuentes, mareos o sangrado nasal pueden estar asociados, pero no son definitivos para su diagnóstico.
En Argentina, se considera hipertenso a quien tiene una presión igual o mayor a 140/90 mmHg. El objetivo del tratamiento es mantener la presión por debajo de 130/80, especialmente si existen otros factores de riesgo, mediante medicación, dieta saludable y ejercicio.
Personas con presión de 130/80 y factores de riesgo cardiovascular, como obesidad o antecedentes de infarto, deben estar alerta y podrían necesitar medicación.
No solo los adultos, sino también los niños deben medir su presión regularmente, ya que la hipertensión afecta cada vez a más jóvenes.
Si no se controla, la presión alta puede causar infartos, accidentes cerebrovasculares, daño renal, problemas de visión y deterioro cognitivo, afectando significativamente la calidad de vida.
Para prevenir y controlar la hipertensión, es importante reducir el consumo de sal, aumentar la ingesta de potasio con frutas como bananas y cítricos, hacer ejercicio regularmente (al menos 150 minutos a la semana), bajar de peso, evitar el alcohol y el tabaco.
Un aspecto clave es la llamada “sal oculta”, presente en muchos alimentos procesados como fiambres, quesos y panes, que aportan gran cantidad de sodio sin que se perciba su sabor salado. Cerca del 70 % del sodio consumido proviene de estos productos. Por ello, es recomendable leer las etiquetas y elegir alimentos con menos de 140 mg de sodio por porción, además de preparar comidas frescas usando hierbas y especias en lugar de sal.
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