Estas palabras, originalmente creadas para la serie de televisión “Six Million Dollar Man”, podrían pronto aplicarse a personas comunes con amputaciones por encima de la rodilla, gracias a un nuevo avance.
Un estudio reciente publicado en la revista Science el 10 de julio revela que una nueva rodilla biónica permite a los amputados caminar con mayor velocidad, subir escaleras más fácilmente y sortear obstáculos con mayor destreza.
Esta prótesis se conecta directamente con el músculo y el hueso del usuario, brindando mayor estabilidad y un control más preciso de sus movimientos, explicaron los investigadores.
Dos personas que probaron la prótesis comentaron que la extremidad se sentía más integrada, casi como una parte natural de su cuerpo, según el estudio.
“Una prótesis que se integra en el tejido, anclada al hueso y controlada directamente por el sistema nervioso, no es simplemente un aparato externo inerte, sino un sistema que se incorpora de manera íntima a la fisiología humana, ofreciendo un nivel mucho mayor de integración protésica”, afirmó Hugh Herr, investigador principal y codirector del Centro de Biónica K. Lisa Yang del MIT, en un comunicado.
A diferencia de las prótesis tradicionales, que cuentan con una cavidad donde se inserta la extremidad residual, esta rodilla biónica se conecta directamente al músculo y hueso del muñón.
“No es simplemente una herramienta que se usa, sino una extensión esencial del propio cuerpo”, destacó Hugh.
Para implantarla, los médicos colocan una varilla de titanio en el fémur restante, lo que proporciona un soporte mecánico más firme y una mejor distribución de la carga, a diferencia de las prótesis convencionales.
“Ahora la carga se transmite directamente al esqueleto, que es la parte diseñada para soportarla, en lugar de usar cavidades que resultan incómodas y pueden provocar infecciones en la piel”, explicó Tony Shu, estudiante de posgrado en el MIT y coautor del estudio.
El implante también incluye cables y electrodos que captan las señales musculares del muñón.
Estos datos se envían a un controlador robótico avanzado, que calcula la fuerza necesaria para mover la prótesis según las intenciones del usuario, detallaron los investigadores.
“Todos los componentes trabajan en conjunto para recibir y transmitir mejor la información corporal y para interactuar de forma mecánica con el dispositivo”, añadió Shu.
Dos personas recibieron esta prótesis, llamada prótesis mecanoneural osteointegrada (OMP), y junto con otros 15 amputados, probaron una rodilla motorizada experimental desarrollada por el MIT.
Los usuarios de la OMP mostraron un rendimiento notablemente superior frente a quienes usaban prótesis tradicionales: caminaron mejor, lograron doblar la rodilla con mayor precisión, subieron escaleras con facilidad y superaron obstáculos con más seguridad.
Además, quienes usaron la OMP percibieron que la pierna artificial formaba parte de su propio cuerpo, comentaron los investigadores.
“No importa cuán avanzada sea la inteligencia artificial en una prótesis robótica, seguirá sintiéndose como un objeto externo para el usuario”, señaló Herr. “Pero con esta integración en el tejido, cuanto más se fusiona con el cuerpo, más el usuario lo percibe como parte de sí mismo”.
Para que este sistema reciba la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA), serán necesarios ensayos clínicos más amplios, un proceso que podría tomar alrededor de cinco años, indicó Herr.