La resistencia a los antibióticos representa una amenaza cada vez mayor para la salud pública, ya que bacterias como E. coli y el estafilococo están desarrollando la capacidad de resistir incluso los tratamientos más potentes.
Lamentablemente, los cuidados médicos que se les brindan a perros y gatos podrían estar contribuyendo a este problema, advierten investigadores.
Aunque se están adoptando medidas para usar antibióticos con mayor prudencia en humanos, estos esfuerzos podrían resultar inútiles si no se aplican también en la atención veterinaria de animales domésticos, señalan los expertos.
“Si comparamos los medicamentos utilizados en humanos con los administrados a perros y gatos, veremos que son muy similares, en algunos casos incluso idénticos”, explicó la Dra. Claire Fellman, profesora asociada en la Facultad de Medicina Veterinaria Cummings de la Universidad de Tufts.
“Por ejemplo, la combinación de amoxicilina y clavulanato se conoce como Clavamox en animales y como Augmentin en personas. Es uno de los antibióticos más recetados y, en esencia, es el mismo fármaco, con dosis y frecuencias similares, y para condiciones parecidas”, explicó en un comunicado.
Sin embargo, a diferencia de la medicina humana, las enfermedades infecciosas no están establecidas como una especialidad en veterinaria, lo que ha dificultado implementar controles efectivos contra la resistencia a los antibióticos, advirtió Fellman junto con otros expertos.
En medicina humana, los hospitales deben tener un programa de control del uso de antimicrobianos para recibir fondos federales de Medicaid o Medicare. No ocurre lo mismo en el ámbito veterinario: apenas la mitad de las escuelas de veterinaria cuentan con un comité encargado de esa tarea, según una encuesta de la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria publicada en noviembre.
Uno de los principales obstáculos para abordar la resistencia en este campo es la falta de tiempo del personal, señaló la encuesta, una dificultad mencionada por el 90 % de las facultades consultadas.
Aunque el 80 % de las escuelas incluyen la administración responsable de antimicrobianos en su plan de estudios para los estudiantes, solo el 40 % ofrece esa capacitación al personal docente (17 %), a los técnicos veterinarios y al personal de apoyo (21 %).
Según el Dr. Ian DeStefano, profesor clínico asistente en Tufts, los casos de resistencia a los antibióticos son cada vez más comunes en veterinaria. “Muchos dueños de mascotas acuden con cultivos que muestran infecciones provocadas por bacterias resistentes, como en perros con infecciones urinarias recurrentes que han sido tratados con varios antibióticos”, explicó.
Afortunadamente, la medicina veterinaria puede tomar ejemplo de la humana para mejorar el uso de antibióticos.
“Muchas veces podemos aplicar en animales lo aprendido sobre el uso racional de antibióticos en personas, especialmente en cuanto a la duración del tratamiento”, señaló Fellman. “Antes solíamos administrar antibióticos por períodos más largos, pero estudios recientes han demostrado que tratamientos más breves pueden ser igual de efectivos”.
También se están reevaluando prácticas que solían implicar el uso preventivo de antibióticos. “En cirugías, por ejemplo, a menudo se administraban antibióticos de forma preventiva para evitar infecciones, pero ahora sabemos que muchas veces no es necesario”, añadió.
Un ejemplo adicional es el uso de metronidazol para tratar la diarrea aguda en perros. “Antes era común recetarlo, pero estudios recientes han demostrado que no ofrece beneficios significativos, por lo que su uso ha disminuido en nuestro hospital”, concluyó Fellman.