¿Estás pensando en realizarte una moderna tomografía computarizada (TC) de cuerpo entero luego de escuchar a celebridades como Kim Kardashian, Paris Hilton o Jason Bateman hablar de sus supuestos beneficios? Antes de tomar una decisión, es importante considerar los riesgos que implica, advierte un estudio reciente.
Según la investigación publicada el 14 de abril en JAMA Internal Medicine, se estima que la radiación asociada a las tomografías computarizadas podría causar unos 103,000 casos futuros de cáncer entre los 61.5 millones de personas que se sometieron a una TC durante 2023.
De hecho, los investigadores señalan que si continúa el uso actual de estas exploraciones, las TC podrían ser responsables del 5% de los nuevos diagnósticos de cáncer anuales.
“La tomografía computarizada puede salvar vidas, pero muchas veces se ignoran sus posibles efectos adversos”, señaló la Dra. Rebecca Smith-Bindman, autora principal del estudio, radióloga y profesora en la Universidad de California en San Francisco. “Nuestras estimaciones colocan a la TC como un riesgo comparable al del consumo de alcohol o el sobrepeso. Disminuir la cantidad de exploraciones y la dosis de radiación podría evitar muchas muertes”.
Actualmente, el alcohol se relaciona con más del 5% de los casos de cáncer, mientras que el exceso de peso se vincula con casi el 8%.
Durante una TC, el paciente se recuesta mientras un tubo de rayos X gira a su alrededor, generando imágenes detalladas del interior del cuerpo. Sin embargo, este procedimiento expone al cuerpo a una dosis de radiación considerablemente mayor que una radiografía común: unos 10 milisieverts frente a apenas 0.1 milisieverts de una radiografía, según la Sociedad Americana del Cáncer (ACS). Como referencia, una persona promedio en EE. UU. está expuesta a unos 3 milisieverts por año de fuentes naturales.
En su análisis, los investigadores estimaron los casos de cáncer derivados de los 93 millones de tomografías realizadas a 61.5 millones de personas en 2023.
Los tipos de exploraciones que más contribuirían al riesgo de cáncer son las TC abdominales o pélvicas, con aproximadamente 37,500 casos proyectados, seguidas por las TC de tórax, con unos 21,500.
Aunque niños y adolescentes son más sensibles a los efectos de la radiación, los adultos representan el 90% de los casos previstos debido a la mayor frecuencia con que se someten a estos estudios.
El cáncer de pulmón es el tipo más común vinculado a la exposición por TC, con 22,400 casos proyectados, seguido del cáncer de colon (8,700), leucemia (7,900), y cáncer de vejiga (7,100). En mujeres, los casos de cáncer de mama relacionados con TC alcanzan los 5,700.
Estas cifras triplican e incluso cuadruplican estimaciones previas, en gran parte debido al aumento en el uso de TC desde 2007 (un 30% más), el envejecimiento poblacional y el uso creciente de estudios considerados de bajo valor o innecesarios. También influyó la incorporación de exploraciones multifásicas, en las que se toman varias imágenes en una sola sesión, lo que ocurre en más del 28% de los estudios.
El editorial que acompaña al estudio advierte que estos datos son alarmantes, dado que la tomografía ya está profundamente integrada en la medicina moderna. En la década de 1980 se realizaban unos 3 millones de TC al año, muy lejos de los 93 millones de 2023.
“La TC se ha vuelto indispensable para diagnosticar muchas afecciones graves, como traumatismos y cáncer”, escribió la Dra. Ilana Richman, profesora asistente en la Facultad de Medicina de Yale. “Los hospitales y los pacientes esperan diagnósticos rápidos y precisos”.
Por ello, los expertos sugieren que los médicos deben ser más cuidadosos al solicitar tomografías, y los pacientes deben informarse y evitar estudios innecesarios.
“La mayoría de las personas no desarrollará cáncer por una sola TC”, dijo Smith-Bindman en entrevista con KQED. “Pero si no se obtiene ningún beneficio real del estudio, entonces hasta el más pequeño riesgo resulta injustificable”.