Llaman a la responsabilidad al acudir a las quintas
Se han registrado diversas situaciones de riesgo en estos sitios de lo cual los padres de familia deben velar

En plena temporada vacacional, uno de los destinos predilectos para muchas familias de la región siguen siendo las llamadas “quintas”: espacios de esparcimiento que comúnmente cuentan con alberca, áreas de asado, zonas verdes y la posibilidad de convivir en un entorno privado o semiabierto. Sin embargo, detrás del ambiente de diversión que se vive en estos lugares, también existen riesgos latentes que, de no atenderse con seriedad y responsabilidad, pueden terminar en tragedias. Lamentablemente, ya se han registrado en la ciudad casos dolorosos de menores de edad que han perdido la vida por ahogamiento en este tipo de espacios recreativos.
Ante ello, las autoridades de salud, encabezadas por el coordinador de atención médica jurisdiccional, Jesús Manuel Chavarría, han emitido un llamado urgente a la comunidad, especialmente a los padres de familia, para que asuman su papel como principales responsables del bienestar de sus hijos cuando se encuentran en estos lugares. La presencia de una alberca, aunque común, implica un riesgo considerable, sobre todo cuando hay menores cerca y no se cuenta con la vigilancia adecuada.
En muchas ocasiones, la confianza excesiva o la distracción de los adultos puede derivar en accidentes irreversibles. Bastan apenas unos segundos de descuido para que ocurra una desgracia. La idea errónea de que “alguien más los está vigilando” o que “no pasa nada porque el agua no es profunda” puede terminar con consecuencias devastadoras. Por eso es imprescindible que al asistir a una quinta, los adultos no solo estén físicamente presentes, sino atentos en todo momento.
El coordinador de salud también subrayó que los riesgos no se limitan a las quintas, sino que pueden estar presentes en los propios hogares. Albercas inflables, cubetas llenas de agua, cisternas sin tapa o tinacos descubiertos representan un peligro para los menores, especialmente los más pequeños. La prevención, entonces, debe comenzar desde casa y reforzarse en cualquier espacio donde haya cuerpos de agua, por más pequeños que estos sean.
Aunado al tema de los menores, también se hizo énfasis en otro comportamiento riesgoso que se ha detectado con frecuencia: la práctica de introducirse al agua bajo los efectos del alcohol. Esta conducta, más común entre adultos y jóvenes, representa un riesgo elevado para la seguridad personal y la de quienes los rodean. El alcohol altera los reflejos, disminuye la capacidad de reacción y distorsiona el juicio, haciendo que incluso una persona que se considera “buena nadadora” esté en peligro real si se lanza a nadar después de haber bebido.
Las autoridades de salud insisten en que este llamado no es una exageración ni una medida restrictiva, sino una responsabilidad compartida con la comunidad. Es natural que las familias busquen relajarse y disfrutar durante las vacaciones, pero esto no debe implicar que se bajen la guardia en cuanto al cuidado de los más vulnerables. La prevención no está peleada con la diversión. De hecho, es la única manera de garantizar que una salida recreativa no termine marcada por el dolor.
Además, se ha detectado que muchas quintas, especialmente aquellas que se rentan por día o por hora, no cuentan con personal capacitado en primeros auxilios ni con equipamiento básico de seguridad como salvavidas, flotadores o señalética clara sobre la profundidad de las albercas. Esta situación debería ser un llamado de atención tanto para los propietarios de estos espacios como para los usuarios. Quienes ofrecen estos servicios deben asumir también su parte de responsabilidad, y quienes los contratan deben exigir condiciones mínimas de seguridad antes de ingresar con sus familias.
Es igualmente importante considerar la educación preventiva desde edades tempranas. Enseñar a los niños a no correr cerca de las albercas, a no empujar a otros al agua, a respetar las reglas básicas de comportamiento en este tipo de lugares, puede marcar una diferencia significativa. Sin embargo, la mejor enseñanza es siempre el ejemplo. Si los adultos son los primeros en ignorar las advertencias, en beber en exceso o en desatender a sus hijos, el mensaje que se transmite es que la seguridad no es prioritaria.
Por otro lado, se ha vuelto común que muchos de estos accidentes ni siquiera sean reportados de inmediato por temor a represalias, responsabilidades legales o el simple deseo de evitar el escándalo. Esta cultura del silencio no solo impide que se brinde ayuda oportuna, sino que también oculta la magnitud real del problema. Por ello, el sector salud reitera que todo incidente debe reportarse de inmediato para poder actuar con prontitud, tanto en el auxilio de los afectados como en la prevención de futuros eventos similares.
La pérdida de una vida, especialmente de un menor, es una herida que ninguna familia debería experimentar. Lo que debería ser un día de diversión no puede transformarse en una pesadilla por un descuido o una mala decisión. Es tiempo de que como comunidad se comprenda que la recreación conlleva responsabilidad, que disfrutar de los espacios de descanso no debe implicar bajar la guardia, y que cada uno de nosotros tiene un rol importante en la construcción de un entorno más seguro para todos.
Noticias del tema