Los científicos dicen que los besos comenzaron mucho antes de que existieran los humanos

Besar puede parecer un gesto exclusivamente humano, pero una nueva investigación indica que su origen podría ser muchísimo más antiguo. Un grupo de científicos propone que este comportamiento surgió hace más de 20 millones de años, mucho antes de la aparición del ser humano moderno.
Un equipo de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, analizó décadas de estudios sobre primates para investigar cómo pudo originarse el beso.
Tras comparar las conductas de chimpancés, bonobos, orangutanes y una especie de gorila, los investigadores aplicaron modelos estadísticos para estimar cuándo apareció el beso por primera vez.
Los resultados, publicados el 19 de noviembre en Evolution and Human Behavior, señalan que un ancestro común de los simios actuales probablemente ya realizaba contacto boca a boca entre hace 16.9 y 21.5 millones de años.
El beso plantea un “dilema evolutivo”, comentó la autora principal, Matilda Brindle, bióloga evolutiva en Oxford, en entrevista con CNN.
Explicó que este comportamiento llama la atención porque implica riesgos obvios —como la transmisión de enfermedades— y no ofrece beneficios directos ligados a la supervivencia.
Aun así, en los primates el beso y conductas similares cumplen diversas funciones, según Brindle, entre ellas:
• selección de posibles parejas • parte del juego previo sexual • fortalecimiento de vínculos sociales • reducción del estrés • ayuda en la alimentación de crías mediante comida previamente masticada
Como este comportamiento no deja rastros fósiles, los científicos recurren al estudio de especies vivas para reconstruir su historia.
Los registros escritos más antiguos sobre besos humanos se remontan a hace unos 4,500 años, en Mesopotamia y Egipto. Sin embargo, besar no es un hábito universal: un estudio de 2015 reveló que solo el 46% de las culturas humanas lo practica.
“Hemos detectado una señal evolutiva fuerte asociada al beso, pero eso no implica que el comportamiento deba mantenerse en todas las especies”, aclaró Brindle. “Los primates son extremadamente adaptables e inteligentes, así que besar puede ser útil en ciertos contextos y no en otros. Y si deja de ser útil, es un riesgo considerable por su potencial para transmitir enfermedades.”
El equipo realizó más de 10 millones de simulaciones para calcular la probabilidad de que los primeros simios ancestrales se besaran.
Sus conclusiones apoyan firmemente la idea de que parientes humanos extinguidos, como los neandertales —que coexistieron con los primeros Homo sapiens—, también pudieron besarse.
No obstante, Brindle señala que el modelo no permite identificar la función original del beso ni cómo ha cambiado con el tiempo. Además, gran parte de la información proviene de animales en cautiverio, por lo que se requiere más investigación con primates en libertad.
Aun así, especialistas consideran que el estudio abre camino a nuevas líneas de investigación.
“Este trabajo es un excelente ejemplo de cómo interactúan los factores biológicos y culturales en un comportamiento que muchos perciben como profundamente íntimo”, comentó Justin García, biólogo evolutivo y director del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, quien no participó en la investigación.
“El beso tiene componentes tanto biológicos como culturales; activa los sentidos del cuerpo, claramente tiene raíces evolutivas, pero también varía enormemente entre individuos y poblaciones”, añadió.
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