Los desiertos alimentarios son potencialmente mortales para las personas con arritmias

Un estudio reciente indica que vivir en un desierto alimentario puede ser especialmente peligroso para quienes padecen fibrilación auricular.

Según la investigación publicada en JACC: Advances, los pacientes con FA que residen en vecindarios sin un supermercado cercano tienen el doble de riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y casi cuatro veces más probabilidad de morir prematuramente.

El Dr. Nassir Marrouche, director del Instituto Cardíaco y Vascular de la Universidad de Tulane, destacó que el entorno donde vive un paciente puede ser tan crucial como la atención médica que recibe. Contar con acceso a alimentos saludables podría, literalmente, salvar vidas.

La fibrilación auricular es un ritmo irregular en las aurículas del corazón, que facilita la acumulación y coagulación de sangre, aumentando cinco veces el riesgo de ACV. Además, problemas relacionados con la dieta, como obesidad, hipertensión y diabetes tipo 2, incrementan la probabilidad de desarrollar FA.

Para analizar el impacto de la alimentación, los investigadores revisaron los registros de más de 1,500 pacientes con FA en Nueva Orleans entre 2010 y 2019. Más de 1,100 vivían en desiertos alimentarios —donde el supermercado más cercano está a más de una milla— y más de 400 tenían acceso a tiendas de comestibles cercanas.

Se observó que quienes habitaban estos desiertos consumían más comida rápida y procesada debido a la limitada disponibilidad de opciones saludables. Como resultado, los pacientes en estas áreas tenían 3,8 veces más riesgo de morir en cinco años y 2,2 veces más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular.

Además, una medida combinada de malos resultados —hospitalización, ACV o muerte— fue 42% más alta entre los que vivían en desiertos alimentarios. Los investigadores sugieren que la desnutrición y la dieta deficiente podrían afectar la salud cardiovascular e incrementar la inflamación y el daño a los vasos sanguíneos.

Por ello, recomiendan que los médicos pregunten a sus pacientes con FA sobre su acceso a alimentos saludables y los conecten con programas de nutrición, ya que una detección temprana y el apoyo adecuado podrían salvar vidas en estas comunidades vulnerables.