Cuando nos explican la reproducción humana, solemos escuchar que, después de la relación sexual, los espermatozoides nadan a través de la vagina y el útero hasta llegar a las trompas de Falopio, donde uno de ellos puede fertilizar un óvulo.
Sin embargo, lo que no se menciona es que estos espermatozoides no se desplazan lentamente, sino que avanzan con gran velocidad, impulsados por vórtices creados en el líquido que los rodea, en forma de remolinos que giran.
Investigadores de las universidades de Monash y Melbourne utilizaron imágenes 3D avanzadas para estudiar el movimiento de este líquido que rodea a los espermatozoides. Descubrieron que cada espermatozoide genera múltiples remolinos a su alrededor, los cuales se sincronizan y ayudan a aumentar su propulsión. Este hallazgo proporciona nueva información sobre cómo los patrones de flujo en remolino afectan la locomoción de los espermatozoides y podría tener implicaciones para la ciencia reproductiva.
Según Reza Nosrati, uno de los autores del estudio, "la cola del espermatozoide, con su movimiento de látigo, crea corrientes en espiral en el líquido, lo que optimiza su propulsión a través del tracto reproductivo". Esta espiral en el líquido que rodea al espermatozoide rota al mismo ritmo que él, lo que le permite moverse de forma más eficiente.
Este método de propulsión podría ayudar a entender mejor cómo otros organismos microscópicos, como las bacterias, interactúan con su entorno. En general, los investigadores creen que este descubrimiento podría tener implicaciones no solo para la fertilidad humana, sino también para el estudio de la dinámica de fluidos y cómo los microorganismos se desplazan.