Los pacientes con dolor crónico usan la alimentación reconfortante para sobrellevar la situación

Un reciente estudio reveló que aproximadamente dos de cada tres personas con dolor crónico recurren con frecuencia a alimentos reconfortantes como chocolate, helado o snacks salados para sobrellevarlo.
Sin embargo, esta práctica puede favorecer el aumento de peso, lo que a su vez podría intensificar el dolor y elevar el riesgo de problemas de salud futuros, señalaron los investigadores.
"Quienes viven con dolor diariamente necesitan encontrar formas de afrontarlo", comentó Toby Newton-John, director de la Escuela de Graduados en Salud de la Universidad de Tecnología de Sídney. "Normalmente pensamos en medicamentos, fisioterapia o compresas calientes para manejar el dolor, pero rara vez consideramos la alimentación como una estrategia".
Según Newton-John, dos tercios de los participantes del estudio admitieron recurrir a la comida al menos una vez cada quince días cuando experimentaban dolor. A nivel global, cerca de una de cada cinco personas padece dolor crónico, definido como aquel que dura tres meses o más.
En este estudio, 141 adultos con dolor crónico fueron encuestados sobre sus hábitos alimenticios y elecciones de comida. Menos del 18% indicó que nunca recurría a alimentos reconfortantes para sobrellevar su dolor. Por el contrario, más del 70% los consumía al menos una vez al mes y el 64% al menos cada dos semanas.
Las principales motivaciones para recurrir a este tipo de alimentación fueron:
Disfrutar de una experiencia placentera (52%)
Obtener una distracción (50%)
Aliviar emociones negativas (39%)
Amy Burton, profesora de psicología clínica en la misma universidad, señaló que uno de los hallazgos inesperados fue que comer reconfortante no solo servía para distraerse o mitigar emociones negativas, sino que también proporcionaba un momento de placer que se volvía un motivador poderoso para quienes viven con dolor crónico.
Además, Burton mencionó que podría existir un componente biológico detrás de esta conducta, ya que estudios muestran que alimentos ricos en calorías pueden ofrecer un leve efecto analgésico. Incluso en estudios con animales, las ratas con dolor buscan azúcar, lo que sugiere que no es solo un efecto psicológico.
No obstante, este alivio tiene un costo: casi el 40% de los participantes cumplían criterios de obesidad. Newton-John advirtió que este patrón puede generar un ciclo perjudicial:
"A corto plazo, los alimentos calóricos alivian los síntomas y aumentan la tolerancia al dolor. A largo plazo, fomentan el aumento de peso y la inflamación, presionan las articulaciones y empeoran el dolor, creando un círculo difícil de romper".
Los investigadores recomiendan incluir consejos dietéticos en los programas de manejo del dolor para ayudar a las personas a evitar usar la comida como herramienta principal para lidiar con su dolor. Newton-John enfatizó que la conciencia es clave, tanto para médicos como para pacientes, y subrayó que quienes viven con dolor crónico no deberían sentirse culpables por recurrir a la comida:
"Controlar el dolor diario es extremadamente difícil y los medicamentos solo llegan hasta cierto punto. Es comprensible buscar algo que haga sentir bien, pero reconocerlo es fundamental para romper este ciclo".
El estudio fue publicado en el Journal of Clinical Psychology in Medical Settings.
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