Maestros de vida: quienes enseñan más allá de los libros

Este 15 de mayo, Día del Maestro, en Coahuila recuerdan la importancia que, tienen en el aula, pero sobre todo en los corazones de los cientos de niños que, son formados por ellos mismos. 

Cada 15 de mayo, México celebra el Día del Maestro, una fecha que no solo reconoce una profesión, sino una vocación que transforma vidas. En este reportaje especial, docentes de distintas regiones del estado de Coahuila comparten su experiencia, sus desafíos y el profundo amor que sienten por su       labor.

Ser maestro hoy, más que nunca, es una decisión de vida. A pesar de los retos, los cambios constantes y la exigencia de un entorno educativo en transformación, quienes eligen esta profesión coinciden en algo: enseñar es sembrar esperanza todos los días. No hay empleo donde se reciban más sonrisas, abrazos espontáneos o donde cada palabra pueda tener un eco tan profundo en el futuro de un ser humano.
En Coahuila, docentes de diversas regiones coinciden en que el salón de clases es un lugar donde se vive con intensidad emocional, dedicación total y una entrega que va más allá del horario escolar. Cada una de sus historias revela que el magisterio no termina cuando suena el timbre, sino que continúa en casa, en la planeación, en la reflexión y en la búsqueda constante de nuevas formas para llegar al corazón y a la mente de cada estudiante.

Dulce Ibarra Facundo: "Cada día con mis alumnos es un regalo".

Desde Monclova, Dulce Ibarra Facundo, con 10 años de experiencia docente y encargada actualmente de primer grado en la escuela José González Ballesteros, describe su trabajo como una aventura diaria.
“Veo a los niños con muchas ganas de aprender y comerse el mundo. Es una labor muy bonita, porque más allá de enseñar, compartimos momentos y anécdotas. Verlos crecer desde primer año hasta sexto es algo muy satisfactorio”.
Dulce enfatiza que la labor del maestro requiere empatía y colaboración: "Este 15 de mayo quiero dejar como mensaje que, tanto docentes, como alumnos y padres de familia, necesitamos ser empáticos en nuestras labores".
Preparar clases, pensar en cada detalle, diseñar actividades que gusten y enseñen, es solo una parte del trabajo: "¿Cómo darle clases a un niño? ¿Cómo saber si le gustará una actividad? Eso toma tiempo y creatividad".
Su salón de clases está lleno de colores, sonidos y alegría: “Uso música, dibujos, videos y dinámicas con globos, todo dependiendo del tema del día. El ambiente tiene que ser agradable para que el niño aprenda con gusto. Y eso es parte de ser maestra hoy: adaptar, innovar y conectar”. 

Natalia Fantini: “La pasión marca la diferencia”.

En la región sureste, Natalia Fantini, coordinadora de Educación e Impacto Social del Colegio Piamonte, destaca que el trabajo del maestro es profundamente emocional.
“Cada estudiante vive una situación distinta. El compromiso implica dejar los problemas personales fuera del aula y brindar atención plena a cada uno de ellos”.
Subraya que la paciencia, la resiliencia y la creatividad son esenciales. “El estado de ánimo y la participación del grupo cambian todos los días, y el docente debe adaptarse constantemente para mantener una comunicación efectiva”. Natalia también valora la tecnología, pero con un enfoque equilibrado: “Lo importante no es solo usar la tecnología, sino saber cómo utilizarla en favor del aprendizaje y del servicio a los demás”.
Su mensaje en este Día del Maestro es claro: “Puedes tener la mejor preparación, pero lo que marca la diferencia es el corazón que se entrega en cada jornada. Ser maestro requiere pasión, vocación y una entrega constante”. 

Cristela Rodela Sosa: “Su éxito también es nuestro”.

Desde la región carbonífera, Cristela Rodela Sosa, maestra de ciencias básicas en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Río Colorado, resalta el poder transformador del aprendizaje. “Una de las mayores satisfacciones es ver el avance de los alumnos. Cuando logran terminar su carrera y cumplir sus metas, su felicidad también nos contagia a nosotros como maestros”.
Cristela cree firmemente en la importancia de adaptarse a cada grupo y buscar nuevas formas de enseñanza. Hay que innovar constantemente para mantener el interés y lograr el aprendizaje real”.
Para ella, este día representa el reconocimiento a un esfuerzo que no siempre se ve, pero que transforma vidas. 

Izamary Gámez Inostroza: “Educar es un acto de amor”.

Desde el norte de Coahuila, Izamary Gámez Inostroza, docente de nivel preescolar, comparte que los desafíos en el aula son también oportunidades de crecimiento. Para Izamary, la docencia es un ejercicio constante de innovación.
“La creatividad se manifiesta en cómo presentamos los contenidos, cómo respondemos a lo inesperado y cómo aprovechamos los intereses del grupo. Adaptarse es fundamental, especialmente en preescolar, donde cada niño necesita una respuesta sensible y flexible”.
Al hablar del 15 de mayo, Izamary es contundente: “Celebrar el Día del Maestro es visibilizar el impacto que tenemos en la vida de los estudiantes y en la construcción de un mejor futuro. La educación es un acto profundamente humano, y quienes nos dedicamos a ella lo hacemos con entrega total”.

Una vocación que transforma.

Los testimonios de Dulce, Natalia, Cristela e Izamary revelan una verdad común: ser maestro es mucho más que un empleo, es una forma de vida. Es estar ahí cuando un alumno necesita una palabra de aliento, es preparar materiales cuando otros descansan, es reinventarse cada día para hacer que el conocimiento llegue de la manera más humana posible.
Este 15 de mayo, honremos a quienes, con vocación y amor, han elegido formar las mentes y los corazones del mañana. Porque su labor no solo educa: transforma, inspira y deja huella.

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