Manos que devuelven vida a la Virgen de Guadalupe

En Monclova, Fernando Hernández restaura con devoción esculturas guadalupanas que fortalecen la fe católica.

Desde hace más de 20 años, don Fernando Hernández dedica sus manos y su talento a la restauración de figuras religiosas. Entre yeso, resina, madera y pasta, su trabajo se ha convertido en un lugar donde la fe toma forma nuevamente. Para los católicos cada pieza que repara tiene un valor especial, sobre todo la imagen de la Virgen de Guadalupe, la escultura más llevada por los creyentes para devolverle su esplendor en esta temporada donde, el 12 de diciembre, es el Día de la Virgen de Guadalupe. 

Con paciencia y respeto, Fernando recibió varias esculturas de la Virgen que presentaban daños, desgastes o fracturas visibles. Sabe que para muchas familias estas imágenes representan un milagro, un favor recibido o una petición en camino, por lo que cada restauración la realiza con profundo cuidado. Primero lija, después rellena, crea piezas nuevas cuando es necesario y finalmente aplica los delicados pincelazos que devuelven vida a cada detalle.

Manos que sanan figuras y corazones.

Don Fernando reconstruye alas, repara mantos y corrige fisuras como si cada trazo fuera una oración. Él mismo reconoció que también es creyente y aprendió por pura práctica. A lo largo de su trayectoria ha restaurado imágenes de San Judas Tadeo, Niños Dios y diversas figuras veneradas en los hogares monclovenses. La comunidad ya identifica su trabajo, en el local de pinturas ubicado en la calle Zaragoza, en la zona Centro de Monclova, los fieles acuden con sus figuras sabiendo que recibirán un tratamiento respetuoso y detallado. Estas esculturas, cargadas de significado emocional y espiritual, llegan en busca de una segunda vida, y Fernando se encarga de regresarlas con una belleza que honra la devoción de cada familia.

El agradecimiento, que también es fe.

Eduardo Díaz, propietario del local, asegura que este oficio no solo es un buen negocio, sino también una bendición. Reconoce que la Virgen de Guadalupe les ha dado trabajo durante años, motivo por el cual le agradece constantemente. “La gente aprecia estas figuras”, comentó. Además, afirma que desde pequeño ha crecido creyendo en la Virgen y que siente que incluso en el trabajo los bendice enormemente.

Las manos de Fernando no solo arreglan piezas; también sostienen historias, promesas y agradecimientos. Cada figura que toca es una muestra de la fe viva que permanece en los hogares. Y cada restauración, un recordatorio de que la devoción guadalupana sigue firme, renovándose con cada pincelazo.

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