Un reciente estudio sugiere que llevar una vida social activa puede contribuir a una mayor esperanza de vida.
Según los investigadores, los adultos mayores de 60 años que mantienen relaciones sociales activas muestran un envejecimiento biológico más lento y un menor riesgo de fallecer.
A diferencia de la edad cronológica, que indica cuántos años se han vivido, la edad biológica refleja el desgaste acumulado en el cuerpo a nivel celular, tisular y orgánico.
El estudio dio seguimiento a cerca de 2,300 personas mayores, quienes completaron encuestas sobre su bienestar emocional y estilo de vida, además de proporcionar muestras de sangre.
Tras cuatro años de análisis, se observó que quienes tenían una vida social más activa presentaban un 42% menos de riesgo de muerte.
Además, estos individuos mostraban una edad biológica más baja, llevaban estilos de vida más saludables y eran menos propensos a sufrir síntomas de depresión.
Entre las actividades más vinculadas a una menor mortalidad destacan el voluntariado, la convivencia con nietos y la participación en clubes deportivos o sociales.
El investigador principal concluyó que estos resultados demuestran que la interacción social no es solo una preferencia personal, sino un elemento clave para un envejecimiento saludable y una vida más larga.