María Antonieta Pons: la rumbera cubana que conquistó México

Con su estilo hipnótico y carisma desbordante, María Antonieta Pons se convirtió en la reina de las rumberas y en un ícono de la Época de Oro del cine mexicano.
La actriz y bailarina cubana María Antonieta Pons llegó a México de la mano del productor Juan Orol, conquistó la pantalla con su sensualidad tropical y consolidó un legado artístico que la mantiene como una de las máximas exponentes del cine de rumberas.
La llegada de María Antonieta Pons a México
Nacida en Cuba el 11 de junio de 1922, María Antonieta Pons fue descubierta por el productor Juan Orol, quien buscaba una bailarina para sus películas de corte tropical. Su primera participación en el cine mexicano fue en “Siboney” (1938), donde destacó por su energía y espontaneidad en el baile.
Aunque no tuvo formación académica estricta en danza, su estilo se caracterizó por la naturalidad, fuerza y magnetismo con el que ejecutaba cada movimiento.
La rumbera que conquistó al público
En la pantalla, Pons combinaba la dulzura de su rostro con la sensualidad de sus bailes. Su presencia fue comparada con otras grandes rumberas como Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Meche Barba y Amalia Aguilar, pero cada una mantuvo un estilo único.
La cubana deslumbraba en cada aparición con vestuarios llenos de brillo, plumas, lentejuelas y telas metálicas, que evocaban el carnaval y el trópico. Los turbantes, tocados florales y accesorios llamativos completaban su icónica imagen.
Películas como “La reina del trópico”, “La mujer del puerto” (1949), “La reina del mambo”, “Ángel o demonio”, “Konga roja” y “Piña madura” consolidaron su figura como la reina indiscutible del género.
Vida personal y alianzas artísticas
María Antonieta Pons estuvo casada con Juan Orol, con quien inició su carrera en México. Tras su separación, contrajo matrimonio con el actor y director español Ramón Pereda, con quien también trabajó en varias producciones cinematográficas.
Su carrera no se limitó a México: también filmó en Argentina y Cuba, lo que le dio proyección internacional y la colocó como una de las estrellas más reconocidas de la región.
El ocaso de la rumbera
A diferencia de otras figuras de la época, María Antonieta Pons se retiró en los años 60 y optó por llevar una vida discreta, lejos de los reflectores. Residió en la Ciudad de México hasta su fallecimiento en 2004, manteniéndose fiel a su carácter reservado.
Su legado, sin embargo, perdura en la historia del cine mexicano, donde el género de rumberas ocupa un lugar fundamental dentro de la Época de Oro, recordando a una mujer que convirtió cada baile en un espectáculo inolvidable.
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