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Mary, de 18 años, se recupera tras adicción a fármacos

Mary, de 18 años, se recupera tras adicción a fármacos
José Gaytán
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Mary, una joven de 18 años en Piedras Negras, relató que a los 16 sufrió una sobredosis tras consumir 16 pastillas de Clonazepam con café, lo que la llevó al borde de la muerte. Hoy, tras ingresar a una casa de rescate y mantenerse tres meses sobria, busca alertar a otros jóvenes sobre el peligro del abuso de medicamentos controlados.

Una experiencia cercana a la muerte fue la que vivió Mary, una joven de apenas 18 años originaria de Piedras Negras, Coahuila, quien compartió públicamente el momento más difícil de su vida: una sobredosis por consumo excesivo de Clonazepam, un medicamento controlado con efectos sedantes que es frecuentemente mal utilizado entre adolescentes.

Todo comenzó cuando tenía apenas 16 años. Influenciada por su entorno y sin plena conciencia del riesgo, decidió consumir Clonazepam, un ansiolítico prescrito para tratar trastornos como la ansiedad y la epilepsia, pero que en su caso fue adquirido y consumido sin control médico. En uno de los episodios más críticos de su adicción, Mary llegó a ingerir hasta 16 pastillas, mezcladas con café. Según relata, si hubiese consumido una más, probablemente no habría despertado.

“Me quedé dormida sin saber si volvería a abrir los ojos. Cuando desperté, supe que había tocado fondo”, compartió Mary. El incidente fue el punto de quiebre que la llevó a buscar ayuda. Acudió por voluntad propia a una casa de rescate espiritual, donde asegura haber encontrado una razón para vivir. “Fue en los pies de Cristo donde hallé respuestas”, expresó, refiriéndose al enfoque espiritual que recibió durante su rehabilitación.

Actualmente, lleva tres meses sin consumir sustancias y se encuentra en proceso de rehabilitación, bajo supervisión y con acompañamiento psicológico y espiritual. A pesar del corto tiempo, Mary asegura que su vida ha dado un giro y que su meta ahora es mantenerse firme y ayudar a otros jóvenes a evitar el camino que ella transitó.

El caso de Mary no es aislado. El abuso de medicamentos controlados como el Clonazepam ha ido en aumento entre adolescentes y jóvenes en todo el país. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC), el uso indebido de ansiolíticos ha crecido en un 22% entre menores de edad durante los últimos cinco años, siendo una de las principales causas de intoxicaciones no intencionales en jóvenes.

El Clonazepam, conocido comercialmente como Rivotril, es un medicamento perteneciente a las benzodiacepinas. Si bien su uso médico está indicado y puede ser muy efectivo cuando se emplea bajo prescripción y control, su uso recreativo o abusivo puede provocar efectos secundarios graves como desorientación, pérdida de memoria, alucinaciones, dificultad respiratoria, coma e incluso la muerte por sobredosis.

El acceso a estos medicamentos, muchas veces facilitado por redes informales o el mal uso de recetas médicas, representa un grave riesgo para la salud pública. Por ello, especialistas en salud mental insisten en la importancia de la educación preventiva, así como en el acompañamiento familiar y escolar para detectar signos de alerta en adolescentes.

Mary también hizo énfasis en la necesidad de elegir adecuadamente las amistades, señalando que muchas veces son los entornos sociales los que influyen en la toma de decisiones que ponen en riesgo la salud o incluso la vida. “No todos los que te rodean son tus amigos. A veces quienes te alientan a probar algo, terminan alejándose cuando más los necesitas”, reflexionó.

Desde su ingreso al centro de ayuda, Mary ha participado en actividades grupales, sesiones de apoyo emocional y encuentros con otros jóvenes que enfrentan situaciones similares. Parte de su proceso de recuperación incluye compartir su testimonio, con la esperanza de que su historia pueda servir de advertencia y motivación para otros.

Además, envió un mensaje directo a quienes actualmente estén atravesando una situación similar: “Buscar ayuda no es signo de debilidad, sino de valor. Hay lugares, personas y caminos para salir adelante. No estás solo”, declaró con firmeza.

El personal de la casa de rescate donde Mary permanece en tratamiento también destacó la importancia del acompañamiento integral, que incluye atención psicológica, apoyo espiritual y reconstrucción de vínculos familiares. En muchos casos, el consumo de drogas es consecuencia de vacíos emocionales o entornos familiares disfuncionales.

A raíz de este caso, organizaciones locales y colectivos juveniles han comenzado a difundir campañas informativas sobre los riesgos del consumo de benzodiacepinas sin supervisión médica, así como orientaciones para padres de familia sobre cómo detectar señales tempranas de adicción.

Para quienes busquen ayuda, existen líneas de apoyo gratuitas como el Centro de Atención Ciudadana contra las Adicciones (CAPA) en Coahuila, que puede ser contactado al número 800 911 2000, así como organizaciones no gubernamentales y parroquias que ofrecen acompañamiento a jóvenes en riesgo.

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