Más allá del escalofrío: La ciencia detrás de la 'piel de gallina'

La conocida sensación de piel de gallina ha despertado la curiosidad de las personas durante siglos. Ese hormigueo que hace erizar los vellos de la piel, denominado científicamente piloerección, va más allá de ser una simple respuesta al frío o al miedo.
Se trata de un reflejo ancestral del cuerpo humano, heredado de nuestros antepasados, que está vinculado tanto a la regulación de la temperatura como a nuestras emociones más intensas.
Cuando sientes un escalofrío recorriendo tu espalda, estás presenciando un fenómeno con raíces evolutivas. En nuestros ancestros mamíferos, la piloerección permitía erizar el pelaje para crear una capa de aire aislante que ayudaba a conservar el calor corporal.
Además, esta reacción también tenía un efecto intimidatorio: al erizarse, los animales parecían más grandes y amenazantes ante posibles depredadores. Aunque en los humanos el efecto de conservar calor es mínimo debido a la escasez de vello, el reflejo aún persiste. Según la Clínica Cleveland, la función principal de la piel de gallina en las personas es la regulación térmica frente a bajas temperaturas.
No todo está relacionado con el frío: el componente emocional de los escalofríos La piloerección también se activa por motivos emocionales. El sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de “lucha o huida”, puede provocarla en situaciones de estrés o excitación. Por ello, podemos experimentar piel de gallina al escuchar música emotiva, ver una película impactante o escuchar un discurso inspirador. A estos episodios se les llama "escalofríos psicógenos". No obstante, esta reacción también puede estar vinculada a trastornos como la ansiedad generalizada o ataques de pánico, según la Clínica Cleveland.
Queratosis pilaris: cuando la "piel de gallina" se vuelve crónica Aunque la piloerección suele ser temporal, algunas personas presentan una condición similar de manera constante: la queratosis pilaris. Esta afección cutánea no contagiosa se manifiesta con pequeñas protuberancias en zonas como brazos, muslos o mejillas. Ocurre por la acumulación excesiva de queratina en los folículos pilosos, lo que bloquea la abertura y genera una textura áspera, parecida a la piel de gallina.
A diferencia de la reacción normal al frío, la queratosis pilaris es crónica y afecta a una parte considerable de la población, especialmente adolescentes y adultos jóvenes. Su causa exacta aún no se conoce, aunque algunos estudios sugieren que podría tener un componente genético.
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