'Mini-Derrames Cerebrales' Relacionados con Fatiga
Un "mini accidente cerebrovascular" temporal puede afectar la vida de quien lo padece durante un periodo prolongado, incluso hasta un año, según revela un estudio reciente.
La fatiga persistente es un síntoma común entre quienes han sufrido un ataque isquémico transitorio (AIT), indicaron los investigadores en la edición del 14 de mayo de la revista Neurology.
Más de la mitad de los pacientes que experimentaron un AIT reportaron niveles significativos de fatiga que se mantuvieron hasta un año, que fue el tiempo que duró el seguimiento del estudio.
Los ataques isquémicos transitorios, conocidos como “mini accidentes cerebrovasculares”, se caracterizan por una interrupción temporal del flujo sanguíneo al cerebro, pero sin causar daño cerebral permanente como ocurre en un accidente cerebrovascular completo, explicaron los especialistas.
“El AIT puede presentar síntomas como caída en un lado del rostro, debilidad en los brazos o dificultad para hablar, los cuales suelen desaparecer en menos de un día”, explicó el Dr. Boris Modrau, investigador principal y profesor clínico asociado en el Hospital de la Universidad de Aalborg, Dinamarca.
Sin embargo, agregó, algunos pacientes continúan enfrentando problemas que afectan su calidad de vida, como dificultades cognitivas, depresión, ansiedad y fatiga prolongada.
El estudio siguió a 354 personas, con una edad promedio de 70 años, que habían sufrido un mini accidente cerebrovascular.
Los participantes completaron cuestionarios sobre su fatiga en las primeras dos semanas tras el AIT, y luego a los tres, seis y doce meses. La fatiga abarca desde cansancio general y físico, hasta menor actividad, desmotivación y agotamiento mental.
Los resultados mostraron que el 61 % de los pacientes experimentaban fatiga a las dos semanas, y el 54 % seguían reportándola hasta un año después del AIT.
“La fatiga prolongada fue frecuente en nuestro grupo y detectamos que quienes presentaban fatiga poco después de su alta hospitalaria tenían alta probabilidad de seguir con ese síntoma hasta un año”, indicó Modrau.
Los estudios cerebrales descartaron que los coágulos de sangre persistentes fueran la causa de la fatiga, pues estaban igualmente presentes en pacientes con y sin este síntoma.
En cambio, hallaron que la ansiedad y la depresión previas al AIT eran el doble de frecuentes en quienes reportaban fatiga duradera.
Para el futuro, Modrau sugirió que las personas que han tenido un AIT sean monitoreadas durante semanas y meses para detectar fatiga persistente, con el fin de identificar mejor quiénes podrían necesitar atención adicional.
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