Nueva ley prohíbe vapeadores y fija hasta ocho años de cárcel en México

El Congreso de México aprobó una reforma que establece penas de hasta ocho años de prisión para quienes vendan vapeadores, cigarrillos electrónicos u otros dispositivos similares, una decisión que ha generado debate entre legisladores y usuarios.

La nueva normativa, aprobada tras fuertes discusiones en ambas cámaras, busca contener el creciente uso de estos productos, cuya cantidad de consumidores aumentó de 975 mil en 2019 a 2.1 millones en 2023, según cifras oficiales.

Mientras que la mayoría parlamentaria defendió la medida como una forma de proteger la salud de la población joven, la oposición alertó que esta prohibición podría criminalizar a los usuarios y fortalecer al mercado ilegal.

Durante el debate en el Senado, Morena argumentó que los vapeadores representan un peligro por sus sabores llamativos, la publicidad y su fácil disponibilidad. En contraste, legisladores opositores pidieron regular en lugar de prohibir, proponiendo limitar su venta a menores y vigilar la composición de los líquidos utilizados.

El desacuerdo llegó al pleno: un diputado del PRI subió con un vapeador para denunciar que la ley es ambigua y podría facilitar abusos por parte de las autoridades. Otros opositores advirtieron que las penas tan severas podrían entregar el mercado al crimen organizado, sin supervisión sanitaria ni claridad sobre el origen de los productos.

Tras la votación, varias tiendas especializadas en la Ciudad de México amanecieron cerradas, y los vendedores ambulantes retiraron estos dispositivos de sus puestos. Entre los usuarios consultados, las opiniones fueron variadas: algunos ven la sanción como exagerada, mientras que otros consideran necesario reforzar las restricciones, especialmente para evitar que menores puedan comprar estos productos con facilidad.

México se suma así a un grupo creciente de países, incluidos varios en Latinoamérica, que han optado por prohibir o penalizar la comercialización de vapeadores, adoptando medidas de carácter penal.

Qué dice la ciencia sobre los vapeadores

Aunque los cigarrillos electrónicos se consideran menos dañinos que el tabaco tradicional, no están exentos de riesgos. La evidencia científica disponible señala varios efectos adversos:

1. Daños respiratorios y pulmonares Aunque no hay combustión ni alquitrán, el aerosol inhalado contiene sustancias que pueden irritar y dañar el tejido pulmonar:

Casos de daño pulmonar grave (EVALI), sobre todo cuando los líquidos contienen acetato de vitamina E o THC.

Irritación e inflamación por sustancias como el propilenglicol y la glicerina vegetal.

Posible disminución de la capacidad pulmonar y de la habilidad del cuerpo para combatir infecciones.

2. Adicción a la nicotina Muchos líquidos contienen nicotina en grandes cantidades, una sustancia altamente adictiva que puede afectar el desarrollo cerebral en adolescentes. Además, existe preocupación por que estos dispositivos funcionen como puerta de entrada al consumo de cigarrillos convencionales.

3. Riesgos cardiovasculares La nicotina y otros compuestos del aerosol pueden elevar la frecuencia cardíaca y la presión arterial, aumentando la probabilidad de sufrir infartos o derrames cerebrales.

4. Exposición a sustancias tóxicas El vapor contiene:

Compuestos orgánicos volátiles como el formaldehído, potencialmente cancerígeno.

Metales pesados desprendidos de las bobinas internas del dispositivo.

Aromatizantes como el diacetilo, asociado con enfermedades pulmonares graves.

Si bien no contienen alquitrán ni monóxido de carbono, y pueden servir como una alternativa menos dañina para fumadores adultos que buscan dejar el tabaco, los riesgos del vapeo siguen siendo significativos y requieren precaución.

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