Con el aumento de las olas de calor ocasionadas por el cambio climático, no solo se intensifican los daños a la salud como la deshidratación y los golpes de calor, sino que también se incrementan los riesgos relacionados con la seguridad alimentaria.
Especialistas y organizaciones internacionales advierten que consumir alimentos crudos en épocas de altas temperaturas puede ser especialmente peligroso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el ambiente cálido y húmedo favorece el rápido crecimiento de bacterias en los alimentos, lo que eleva la probabilidad de padecer enfermedades transmitidas por alimentos contaminados.
Estas condiciones aceleran la descomposición de los alimentos, afectando su olor, color y textura.
Graciela Raga, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, destaca que las altas temperaturas pueden ser letales si no se toman medidas adecuadas, especialmente para grupos vulnerables como niños, personas mayores o quienes tienen enfermedades crónicas. Además de los efectos directos del calor, como la deshidratación y la insolación, también se incrementan las infecciones gastrointestinales.
La OMS estima que cada año 600 millones de personas en el mundo sufren enfermedades por consumir alimentos contaminados, lo que provoca cerca de 420,000 muertes. El cambio climático ha agravado la incidencia de infecciones causadas por bacterias como Salmonella enterica y Escherichia coli, según la Sociedad Americana de Microbiología.
Según Mayo Clinic, estas bacterias están presentes en alimentos como carne cruda, mariscos, huevos poco cocidos, frutas y verduras sin lavar, y productos lácteos no pasteurizados. En el rango de temperatura entre 4 °C y 60 °C —conocido como “zona de peligro”— estos microorganismos se multiplican rápidamente, un problema que empeora durante las olas de calor, advierte el Departamento de Salud de los Territorios del Norte de Canadá.
Además, la preparación de alimentos al aire libre durante el calor aumenta la exposición a ambientes menos higiénicos, elevando el riesgo de contaminación.
Durante las olas de calor, se recomienda evitar el consumo de alimentos crudos o poco cocidos, tales como:
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Carnes rojas, aves y mariscos crudos.
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Frutas y verduras sin lavar, especialmente hojas verdes, tomates, champiñones y bayas.
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Leche y productos lácteos sin pasteurizar.
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Huevos crudos, mayonesa y preparaciones que contienen huevo.
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Quesos blandos como ricotta, requesón y mozzarella.
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Alimentos preparados y sobras que no hayan sido refrigeradas correctamente.
Para prevenir intoxicaciones alimentarias durante estos períodos, la OMS y la FDA recomiendan seguir estrictas medidas de higiene y conservación:
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Mantener una limpieza constante: lavarse las manos frecuentemente, desinfectar utensilios y superficies, y proteger los alimentos de insectos o roedores.
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Separar alimentos crudos de los cocidos usando diferentes tablas y cuchillos para evitar contaminación cruzada.
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Cocinar los alimentos completamente, alcanzando una temperatura interna mínima de 70 °C para eliminar bacterias.
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Refrigerar los alimentos adecuadamente, sin dejarlos a temperatura ambiente por más de dos horas; mantenerlos fríos por debajo de 5 °C o calientes por encima de 60 °C.
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Evitar descongelar alimentos a temperatura ambiente, prefiriendo hacerlo en el refrigerador o bajo agua fría para frenar la proliferación bacteriana.
Durante los meses más calurosos, adoptar una buena higiene al preparar los alimentos y evitar consumir productos crudos son medidas clave para cuidar la salud y reducir el riesgo de enfermedades gastrointestinales.