Permanece a oscuras la avenida 16 de Septiembre: un riesgo latente en la movilidad urbana
La avenida 16 de septiembre es una de las más importantes de la ciudad al conectar con distintos puntos estratégicos

La avenida 16 de Septiembre, una de las arterias más transitadas y estratégicas de la ciudad, permanece sumida en la oscuridad total en gran parte de su trayecto. Este prolongado apagón no solo representa un problema de imagen urbana, sino que pone en evidencia las fallas estructurales en materia de mantenimiento, infraestructura vial y planificación urbana, afectando directamente a la seguridad y calidad de vida de quienes transitan por esta vía.
Durante las noches, la falta de alumbrado convierte este tramo en una zona de alto riesgo. La circulación vehicular en condiciones de baja o nula visibilidad incrementa exponencialmente la probabilidad de accidentes. Los conductores, al no contar con iluminación adecuada, se ven obligados a extremar precauciones o, en algunos casos, evitan del todo utilizar esta vía por miedo a algún incidente. Este tipo de situaciones representa no solo una amenaza a la integridad física de las personas, sino también un golpe directo a la movilidad eficiente que debería garantizar una ciudad moderna y funcional.
La oscuridad no solo compromete la circulación de automóviles. También representa un serio peligro para peatones y ciclistas que, al compartir el espacio urbano sin visibilidad, quedan expuestos a ser atropellados o víctimas de algún percance. En una ciudad que busca promover medios de transporte alternativos y entornos seguros para todos los actores de la movilidad, resulta inadmisible que se mantengan zonas tan importantes en condiciones tan precarias.
Más allá de lo vial, también se debe considerar el impacto social de una avenida mal iluminada. En las noches, la falta de luz genera una sensación constante de inseguridad. Espacios oscuros se convierten en focos potenciales de actos delictivos, afectando a residentes, comerciantes y transeúntes por igual. Este tipo de abandono urbano genera un entorno propicio para situaciones de riesgo, alimentando la percepción —y en muchos casos la realidad— de inseguridad.
La avenida 16 de Septiembre no es una calle secundaria. Es un punto clave dentro del sistema vial de la ciudad, ya que conecta diversas zonas habitacionales con sectores comerciales, escolares, hospitales y otros servicios públicos. La oscuridad que la envuelve no solo es un símbolo de descuido, sino también de una falta de visión en cuanto a la planeación urbana. Resulta contradictorio que en pleno siglo XXI, en una era donde la tecnología y el desarrollo sustentable deberían ser aliados de las ciudades, se mantenga una arteria clave en el olvido, sin acciones visibles que apunten a resolver el problema.
Esta situación invita a reflexionar sobre las prioridades en el uso de los recursos públicos. La iluminación pública no debería ser un lujo, sino un derecho fundamental asociado al bienestar colectivo, la prevención del delito y la mejora de la calidad de vida urbana. Mantener a oscuras una avenida de esta magnitud es un acto de negligencia que compromete no solo la seguridad vial, sino la dignidad de una comunidad que transita por ella día a día.
La ciudad necesita con urgencia una revisión integral de su red de alumbrado público, con énfasis en puntos críticos como esta avenida. El abandono de zonas estratégicas, como la 16 de Septiembre, refleja un patrón que no puede normalizarse: la invisibilización de problemas urbanos que afectan a miles de ciudadanos, pero que permanecen sin solución ante la falta de voluntad para atender lo evidente.
En tiempos donde se habla de ciudades inteligentes, sostenibles y resilientes, mantener a oscuras una de las avenidas más importantes constituye una falla estructural que retrasa cualquier intento de modernización. El rezago en el mantenimiento del alumbrado público deja claro que aún queda mucho por hacer en términos de planificación urbana, gestión de recursos y atención ciudadana.
La oscuridad sobre esta arteria no solo afecta al tráfico y a la estética urbana; afecta directamente la vida cotidiana de miles de personas. Es una muestra más de cómo los detalles —como el simple hecho de encender una lámpara— pueden tener repercusiones profundas en el tejido urbano. Ignorar este tipo de problemáticas es permitir que el deterioro avance, que la ciudad pierda funcionalidad y que la ciudadanía vea reducida su calidad de vida.
En este contexto, es urgente que se tomen decisiones firmes y responsables en cuanto a la recuperación del espacio público y la dignificación de las vías de tránsito. La luz no solo guía el camino, también simboliza el compromiso de una ciudad con su gente. Y la avenida 16 de Septiembre merece dejar atrás las sombras para convertirse en una vía segura, moderna y plenamente funcional. La espera ha sido larga, y la oscuridad ya no puede seguir siendo parte del paisaje urbano.
Noticias del tema