El índice de masa corporal (IMC) es una fórmula que se utiliza para evaluar el riesgo de enfermedades relacionadas con el peso al comparar el peso y la altura de una persona.
Aunque el IMC es una herramienta útil por su simplicidad y su asociación con enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión y enfermedades cardíacas, también tiene limitaciones. No distingue entre músculo y grasa, por lo que una persona musculosa o deportista puede tener un IMC elevado pero no ser obesa, y una persona con un IMC normal puede tener un porcentaje de grasa corporal poco saludable. Además, no es igualmente preciso en todos los grupos raciales y étnicos.
Recientemente, una comisión internacional propuso redefinir la obesidad al centrarse en la composición corporal y el impacto de la grasa abdominal en la salud, en lugar de depender únicamente del IMC. Esta nueva definición tiene en cuenta el perímetro de la cintura como un indicador clave, ya que la grasa visceral, que se acumula en la zona abdominal, se asocia con mayores riesgos para la salud. Este enfoque podría cambiar la forma en que se diagnostica y se trata la obesidad a nivel mundial.
La atención clínica podría verse afectada porque, en lugar de solo usar el IMC para clasificar a los pacientes, los médicos podrían enfocarse más en los riesgos asociados con la distribución de la grasa corporal. Esto podría llevar a diagnósticos más precisos y a intervenciones más efectivas.
Mientras se exploran estos cambios, los pacientes podrían preguntar a sus profesionales de salud sobre las alternativas al IMC para evaluar mejor su salud, como la medición del perímetro de la cintura o la evaluación de la composición corporal. Esta información podría ayudar a identificar el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad de manera más precisa.