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¿Por qué aumenta la grasa abdominal en la mediana edad?

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Durante mucho tiempo se pensó que ganar peso con la edad era un proceso inevitable y pasivo. No obstante, un estudio reciente publicado en Science desafía esta idea: el cuerpo podría generar grasa abdominal intencionalmente durante la mediana edad gracias a un tipo de células madre hasta ahora desconocidas.

La investigación, liderada por el City of Hope en California, identificó a las células progenitoras adiposas activadas en la mediana edad (CP-As) como las responsables de este fenómeno. Estas células no disminuyen su actividad con los años; por el contrario, se vuelven más activas y promueven la acumulación de grasa visceral, vinculada con resistencia a la insulina y enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.

Ratones y grasa abdominal

Los experimentos se realizaron inicialmente en ratones. Al cumplir 12 meses —equivalente a la mediana edad humana— los machos mostraron un aumento significativo de grasa abdominal. Más del 80 % de las células grasas de esa zona eran de reciente formación, sorprendiendo a los científicos.

Estos animales también presentaron menor gasto calórico y un incremento en la resistencia a la insulina, factores que indican riesgo de obesidad, síndrome metabólico y problemas cardiovasculares.

El papel del receptor LIFR

Un hallazgo clave fue la identificación del receptor LIFR (factor inhibidor de leucemia) como activador de las CP-As. Al bloquear esta señalización en ratones, la acumulación de grasa abdominal disminuyó notablemente. Este descubrimiento sugiere que, en el futuro, podrían desarrollarse terapias dirigidas al LIFR para controlar la obesidad relacionada con la edad.

Más que un tema estético

La grasa acumulada en la zona abdominal no solo afecta la silueta. Según la doctora Qiong Wang, coautora del estudio, lo preocupante es que “aunque el peso corporal pueda permanecer estable, lo que cambia es su composición: disminuye la masa muscular y aumenta la grasa interna”.

Este cambio invisible incrementa el riesgo de inflamación crónica, enfermedades cardiovasculares y problemas metabólicos, convirtiéndose en un problema de salud pública más que estético.

De los ratones a los humanos

Aunque la investigación principal se realizó en roedores, se confirmó la presencia de estas células en tejido humano. Al trasplantarlas a organismos jóvenes, las CP-As continuaron generando grasa, lo que indica que su comportamiento depende de la edad de origen de la célula y no del entorno.

Este hallazgo replantea la relación entre envejecimiento y metabolismo y abre la puerta a estrategias médicas que busquen prevenir o reducir los efectos nocivos de la grasa visceral en momentos críticos de la vida.

 
 

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