Proliferación de plazas comerciales agrava problema de estacionamiento
Vecinos expresan que este tipo de construcciones afectan en la movilidad de sus zonas habitacionales

El crecimiento desmedido de plazas comerciales en distintas zonas de la ciudad ha comenzado a generar una problemática que afecta directamente la calidad de vida de los vecinos: la falta de espacios de estacionamiento adecuados para atender la demanda vehicular que estas nuevas construcciones provocan.
Un caso particularmente representativo es el de la plaza que se edifica en la intersección de las calles Allende y Anáhuac, en pleno centro de Piedras Negras. Este espacio —que se proyecta como futura sede de una universidad privada— ha generado preocupación entre los residentes del área, quienes advierten que, una vez en funcionamiento, la afluencia de estudiantes, docentes y empleados podría desbordar por completo la capacidad vial y los espacios de estacionamiento existentes.
Más allá del tráfico cotidiano del centro, el arribo de una institución educativa implica un flujo constante y sostenido de vehículos a lo largo del día. A eso se suman los vehículos de quienes acuden a los negocios ya establecidos o por establecerse dentro del mismo complejo. Sin una planificación urbana que contemple adecuadamente la infraestructura vial, esto puede traducirse en caos vehicular, bloqueo de cocheras, uso indebido de espacios públicos y un incremento en la tensión entre comerciantes y vecinos.
Lo que más preocupa a los habitantes del sector es la aparente facilidad con la que el municipio ha otorgado los permisos de construcción sin evaluar de forma rigurosa el impacto urbano de este tipo de desarrollos. Si bien las plazas comerciales representan una inversión positiva para la economía local, no pueden continuar desarrollándose sin una planeación urbana sustentada en estudios técnicos sobre movilidad, aforo y capacidad vial.
En muchas ocasiones, los desarrolladores reservan un porcentaje mínimo del terreno para estacionamientos, confiando en que los usuarios encontrarán alternativas en las calles aledañas, trasladando así la carga a los residentes que no tienen más opción que lidiar con vehículos ajenos obstruyendo su acceso, bloqueando rampas o estacionándose en doble fila.
Además, se suma una tendencia cada vez más marcada en algunos sectores comerciales a destinar los pocos cajones de estacionamiento a empleados o vehículos oficiales, dejando a los clientes —y por ende a los vecinos— sin opciones viables. La consecuencia directa es el uso excesivo del espacio público como extensión del estacionamiento privado, lo cual vulnera el derecho de los residentes a un entorno ordenado y seguro.
El conflicto se agudiza en zonas céntricas como la mencionada, donde el espacio disponible ya es limitado, las calles son angostas y la densidad poblacional es alta. Aquí, cada nuevo desarrollo que no prevé infraestructura suficiente representa una carga adicional que la zona no puede absorber sin consecuencias.
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