Para ayudarte a calmar el cuerpo y mejorar tu descanso, te presentamos 7 pasos que puedes seguir:

El dolor es una condición que incapacita y afecta la vida cotidiana de millones de personas alrededor del mundo. Aunque cumple una función adaptativa importante al alertarnos de que algo no está bien en nuestro cuerpo, también puede tener un impacto negativo en el bienestar social y psicológico, según lo explica la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP).
Pero, ¿qué se entiende exactamente por dolor? El doctor Eduardo Stonski, jefe de la Sección de Evaluación y Tratamiento del Dolor en el Servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano, señaló a Infobae que el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable vinculada a una lesión real o potencial, o bien descrita en términos de esa lesión. Este malestar puede presentarse durante el día y empeorar por la noche, lo que desencadena problemas como insomnio y un deterioro general en la salud física y mental.
El doctor Stonski alertó que el dolor nocturno puede incrementarse en diversas enfermedades, como las reumatológicas, oncológicas o infecciosas, y que esto debe considerarse una señal de alarma para que el paciente busque atención médica.
Por su parte, la doctora Silvana Malnis, especialista en neumonología y del Laboratorio de Sueño del Hospital Alemán, explicó que el sueño es una parte esencial de la vida y está regulado por ritmos biológicos, que incluyen la vigilia (estar despierto) y el sueño, el cual se divide en sueño REM y no REM. Ella comentó que si el dolor afecta nuestra atención y calidad de vida durante el día, también impactará negativamente en el sueño.
El dolor crónico se define como aquel que persiste por tres meses o más y que puede alterar significativamente la rutina diaria de quien lo sufre.
La especialista aclaró que existe una diferencia entre el dolor agudo y el crónico. En el dolor agudo, hay cambios químicos en la sangre, como la liberación de prostaglandinas, que alteran el estado general del individuo. En cambio, cuando el dolor se mantiene en el tiempo, activa el sistema nervioso simpático, elevando niveles de cortisol, insulina y sustancias inflamatorias que dificultan la conciliación del sueño, produciendo insomnio.
Además, el dolor reduce la profundidad del sueño, ya que el sistema de alerta permanece activo, resultando en un sueño más superficial, fragmentado y menos reparador. Esto afecta la restauración celular, aumenta la ansiedad y disminuye la capacidad cognitiva, agravando la inflamación y la percepción del dolor, lo que empeora la condición original.
El doctor Stonski añadió que el dolor, ya sea agudo o crónico, disminuye la capacidad funcional y limita las actividades diarias, pudiendo llevar a la postración y al uso excesivo de analgésicos. Desde el punto de vista psicológico, el dolor crónico está asociado a síntomas depresivos en un 40 a 60 % de los casos, y más del 30 % de los pacientes sufren insomnio. En el caso del dolor agudo, como el que ocurre tras un trauma o cirugía, la ansiedad puede alcanzar hasta un 70 %.
Asimismo, enfermedades como la fibromialgia tienen el insomnio como un factor desencadenante, contribuyendo al dolor, cansancio y fatiga que presentan los pacientes.
Para mejorar el sueño cuando se padece dolor, es fundamental diagnosticar correctamente la causa del dolor y aplicar un tratamiento específico y efectivo. Además, se recomienda seguir prácticas de higiene del sueño, tales como evitar ruidos, luces, comidas pesadas, alcohol, así como la exposición a pantallas antes de acostarse, y mantener un ambiente cómodo y tranquilo para dormir.
La doctora Malnis destacó que es vital buscar la causa del dolor y tratarla. También aconsejó realizar ejercicios durante el día, como caminar, pilates o estiramientos, y preparar la noche con técnicas cognitivas conductuales que incluyen el control de estímulos, respetar el ritmo circadiano y evitar la luz azul después de las 18 horas. Además, mencionó la importancia de usar almohadas para mejorar la postura y aliviar zonas con dolor, y, en caso de dificultad para dormir, cambiar de lugar hasta que aparezca sensación de sueño.
También recomendó técnicas guiadas de relajación, meditación y respiración controlada antes de dormir, y en algunos casos, la medicación adecuada bajo supervisión médica, como ansiolíticos, antidepresivos, analgésicos o suplementos.
Por último, enfatizó que dormir mal o no dormir empeora cualquier condición de salud, por lo que el sueño debe ser un objetivo terapéutico primordial en el manejo del dolor. Un sueño adecuado mejora la calidad de vida, disminuye la intensidad del dolor y favorece la reparación y el efecto antiinflamatorio, mejorando el pronóstico del paciente.
Para lograr un sueño saludable, la Fundación del Sueño de Estados Unidos recomienda seis pasos para el día y la noche:
Durante el día:
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Exponerse a luz brillante natural o equivalente.
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Realizar actividad física regularmente, al menos 30 minutos cinco veces por semana.
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Mantener horarios regulares para las comidas.
Por la noche:
4. Evitar comidas pesadas, nicotina, cafeína y alcohol antes de dormir.
5. Establecer una rutina relajante para favorecer el sueño (7 a 9 horas con horarios constantes).
6. Apagar dispositivos electrónicos una hora antes de acostarse y dormir en un lugar tranquilo, fresco y oscuro.
Como complemento, se recomienda elegir una buena almohada que ayude a mantener una postura adecuada, según la zona con dolor (cuello, espalda baja, rodilla o cadera), para reducir tensiones y molestias.
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