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San Jeremías: Profeta del Lamento y la Esperanza.

En un tiempo de crisis espiritual, Dios levantó a un hombre de corazón sensible y palabras incómodas. Jeremías, el profeta atormentado por su misión, anunció destrucción, pero también sembró esperanza. Perseguido, incomprendido y fiel hasta el final, su vida es un grito eterno contra la indiferencia y un recordatorio de que hasta en el juicio más severo, Dios no abandona a su pueblo.

Vida

San Jeremías, conocido como el "profeta del lamento", nació hacia el año 650 a.C. en Anatot, cerca de Jerusalén. Fue llamado por Dios desde joven para ser su portavoz, a pesar de su inicial resistencia por considerarse demasiado joven e inexperto (Jer 1,6). Su ministerio profético se desarrolló durante uno de los períodos más turbulentos de Judá, bajo el reinado de los últimos reyes antes del exilio babilónico.

Vivió con profunda angustia la decadencia espiritual de su pueblo, prediciendo la destrucción de Jerusalén como consecuencia de la infidelidad a Dios. Sufrió persecución, encarcelamiento y desprecio por anunciar un mensaje que muchos no querían escuchar.

Obra

El Libro de Jeremías, uno de los más extensos del Antiguo Testamento, recoge sus profecías, oraciones y lamentos (de ahí el término "jeremiadas"). También se le atribuye el Libro de las Lamentaciones. Su mensaje combinó advertencias severas sobre el juicio divino con promesas de restauración futura, destacando la "Nueva Alianza" que Dios establecería (Jer 31,31-34), un pasaje clave para el cristianismo.

Patronazgo

San Jeremías es considerado patrono de quienes sufren por la incomprensión y la soledad, así como de los predicadores y aquellos que trabajan por la conversión de los pecadores. Su vida de entrega, aun en medio del sufrimiento, lo convierte en un modelo de fidelidad a la voluntad de Dios.

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