Juana de Arco: la doncella que salvó a Francia y murió en la hoguera.
En tiempos de guerra, caos y desesperanza, una joven campesina cambió el destino de toda una nación. Juana de Arco, conocida como "la Doncella de Orleans", no solo fue una figura clave en la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, sino que se convirtió en un símbolo de fe, valentía y liderazgo femenino. Su historia, marcada por visiones divinas, batallas y una ejecución injusta, sigue inspirando al mundo siglos después de su muerte.
Vida de Juana de Arco
Juana nació en Domrémy, una aldea del noreste de Francia, en 1412. Era una niña campesina analfabeta, criada en una familia profundamente católica. A los 13 años comenzó a tener visiones y a escuchar voces que, según ella, provenían de santos como Miguel, Catalina y Margarita. Estos mensajes le encomendaban una misión impensable para una adolescente: liberar Francia del dominio inglés y llevar al delfín Carlos al trono.
Contra todo pronóstico, Juana convenció a líderes militares y religiosos de su época. A los 17 años, vestida como hombre, encabezó tropas francesas y logró liberar la ciudad de Orleans en 1429, lo que le dio su apodo y cambió el rumbo de la guerra. Poco después, fue testigo de la coronación de Carlos VII en Reims, como ella lo había profetizado.
Obra y legado
Aunque no escribió libros ni lideró movimientos filosóficos, la "obra" de Juana fue su vida misma: un acto de fe, estrategia y resistencia. Fue pionera al asumir un rol masculino en el campo de batalla y defender una causa nacional y espiritual. Su figura inspiró a Francia a resistir y, con el tiempo, recuperar su soberanía.
En 1430 fue capturada por los borgoñones, aliados de los ingleses, y entregada a sus enemigos. Juana fue sometida a un juicio eclesiástico manipulado, acusada de herejía y brujería, principalmente por llevar ropa masculina y afirmar que Dios le hablaba. Fue condenada y quemada viva en la plaza de Ruan el 30 de mayo de 1431. Tenía apenas 19 años.
Años más tarde, en 1456, la Iglesia revisó su caso y la declaró inocente. En 1920, fue canonizada como santa por el papa Benedicto XV.
Patronazgo
Santa Juana de Arco es patrona de Francia, de los soldados, de los prisioneros, de los mártires, de las mujeres en el ejército y de quienes son ridiculizados por su fe. Su figura también ha sido adoptada como símbolo de resistencia en contextos políticos y feministas.
Juana de Arco sigue siendo recordada no solo por sus hazañas militares, sino por su profunda espiritualidad, su firmeza moral y su capacidad de liderazgo en una época donde las mujeres no tenían voz ni poder. Su historia es la de una joven que, guiada por su fe, desafió imperios.